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Al día siguiente necesité ayuda para ponerme de pie desde la mañana, que era básicamente lo que tenía que hacer para cumplir con mis tareas el día de hoy y ya era lo más difícil. La pierna me dolía muchísimo si apoyaba todo mi peso en ella ya que el músculo se estiraba y no quería correr el riesgo de que las ampollas estallaran. No era fan de sentir dolor. Ninguno de nosotros lo era y sin embargo papá se encargaba de hacernos daño siempre que quería.

Se presentó temprano por la mañana en mi habitación ya cuando Izan y Maliah se habían ido y me dijo que no me exigiera demasiado. Después de todo mis clases las recibía en mi habitación y mi piano estaba allí. Pero sí quería que los acompañara en la mesa a la hora de comer así que el mayordomo estaba encargado de trasladarme temporalmente. Aunque no le importaba subir a buscarme y cargar conmigo hasta el comedor, si sabía que no lo tenía como una prioridad. Él sabía que mis hermanos estaban más que encantados con hacer competiciones para saber quién de todos tenía más fuerza.

Cuando Bell se torcía los tobillos debido a las maniobras imposibles que hacía durante sus clases de ballet, eran ellos quienes la llevaban a todas partes luego de que Dasha la ayudaba. Incluso Louis tenía la suficiente fuerza para hacerlo ahora que había dejado de ser un niño para pasar a ser adolescente. El idiota dió el estirón tan solo cumplir los diecisiete y se burlaba por mi estatura constantemente. Cuando papá o mamá están presentes, todos actuamos de la manera que ellos quieren que nos comportemos. Pero cuando ellos no están, podemos ser nosotros mismos, como ahora.

Bell, Maliah, Dasha, Arantza, Louis y todos mis hermanos, a excepción de Ronald y Kia que ya no viven aquí, estamos en el salón donde Bell practica danza.

Mayormente usamos el salón para recrearnos. Yo a veces vengo a tocar el piano que está aquí, Arantza viene con su violín, Maliah y Charlotte dibujan de vez en cuando. Y cosas por el estilo. A veces solo venimos a disfrutar de las vistas, ya que la mayoría del terreno se puede ver desde aquí.

Crisa está tomando fotos con la cámara que le envió mamá hace poco. Ayer limpiaron los ventanales, así que no me sorprende que toda la luz del exterior se cuele a la habitación. La piel morena de Crisa brilla cuando el sol la acaricia, pero se aparta con una mueca a medida que presiona los botones de la cámara, acomodando no sé qué cosa y yo me obligo a ver a otro lado cuando se da cuenta que la estoy observando.

Arantza está sentada conmigo en un puf donde pude acomodar mi pierna en una posición en la que no me hago daño mientras que Louis, Frey y Charlotte han sido obligados a practicar con Bell. Todos los demás preferimos observar, a excepción de Izan, Dylan y Ryan, que hablan en una de las esquinas de un tema del que no estoy enterada.

— Ay, ¡Por favor hermana!, ¿Como pretendes que haga eso en tu danza de el lado de los simios?— se queja Louis cuando ve que no puede hacer el giro que hizo mi hermana.

Bell le pone mala cara sosteniendo su tutú. Charlotte no les presta atención por estar concentrada en que el giro le salga bien.

— No es el lado de los simios idiota, es el lago de los cisnes, y si prestaras un poco de atención ya te hubiera salido.

La cara de Louis nos hace reír a la mayoría. Parece molestarle de verdad que nada de lo que hace le da el resultado que quiere. Casi lo obligan a él y a Frey a ponerse un tutú, pero se negaron rotundamente y prefirieron quitarse la chaqueta solo para quedarse con la camisa y la corbata. Fuese sido cómico verlos con tutú. Frey bufa cuando se da por vencido y se sienta en el piso con los codos apoyados en las rodillas.

— Se te da mejor a ti hermana.

A Bell le gusta recibir cumplidos, es solo que cuando vienen de nosotros prefiere llevar la conversación por otro lado. No le gusta ser el centro de atención de sus hermanos porque no le gustan las preferencias y menos si se trata de ella.

Perdida entre la perfecta imperfección Donde viven las historias. Descúbrelo ahora