3. Conocernos

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Tzuyu esperaba cualquier otra reacción por parte de la castaña; esperaba que gritara, que la golpeara, que intentara huir, o en el mejor de los casos; que la recibiera con los brazos abiertos.

Como si fueras así de fácil.

No esperaba que la castaña estirara su brazo sobre la mesita de noche, y luego le roseara sorpresivamente sus ojos con un tipo de gas, y todo mientras gritaba, se supone que a quien le está doliendo es a ella.

Sana empujó de los hombros a la rubia y esta cayó por un lado de la cama. Tzuyu se sobaba los ojos desesperada ante el ardor, y sus lágrimas salían sin parar, a parte de la irritación en la nariz.

No podía ver.

Entre abrió los entre sollozos y se dio cuenta que Sana estaba por correr fuera de la habitación.

—¡Espera! — la tomó de su brazo. Sana giró asustada, y por instinto, lanzó una patada en la zona baja de la rubia. Tzuyu jadeo ante el doloroso golpe, y cayó de rodillas sujetándose la zona — Mis...lobitos — se le fue voz.

El cuerpo de Tzuyu tembló por completo, cuando la castaña destrozó su alcancía sobre su cabeza, y luego solo se alejó con expresión de miedo.

Tzuyu cayó inconsciente.

(...)

La rubia despertaba con los ojos casi hinchados, pero la irritación ya se había ido. El dolor de cabeza le hizo recordar lo que había sucedido con quien sería su esposa. ¿Ese era su carácter? ¿viviría ante los golpes de esa mujer? En fin, seguro sólo se asustó, debió de ser más cuidadosa con sus acciones. Pero de algo sí está segura, ella sería una gran protectora para sus cachorros. Pobre quien se meta con ellos, porque no sólo recibirá la irá de un gran lobo, si no también, de un peligroso chaneke con ojos de hámster.

Que miedo.

El ruido de un teléfono sacó de sus pensamientos a la rubia. Abrió los ojos por completo y miró extrañada el lugar en donde estaba. Era una pequeña habitación de tres paredes, y una gran reja de frente.

—Hola, comisaría Soo a sus órdenes, ¿en qué podemos ayudarlo? — escuchó a lo lejos.

Gracias a la sensibilidad de sus oídos, podía escuchar fácilmente todo lo que ocurría a su al rededor. Agudizó mas su oído, y comenzó a escuchar todo para saber en dónde estaba.

*Ronquidos*

*Discusiones*

*Café siendo servido*

*Una moneda lanzada al aire*

*Unos pasos corriendo con desesperación*

*Frijoles quemados* eso lo sintió por el olfato.

Nada de lo que escuchó u olfateó, le dio alguna pista de dónde estaba. Se levantó del suelo limpiándose su ropa del polvo, y se acercó a la salida para irse. Tenía que hablar con la castaña, y no tenía tiempo para perder. Colocó sus manos en diferentes barrotes, y sin esforzarse, los dobló, formando el espacio suficiente para poder salir.

Cruzó tranquilamente y se dirigió a la salida. ¡oh! Casi se olvida su mochila. Regresó por él con una sonrisa en el rostro y se fue de esa comisaría sin que nadie se diera cuenta.

A excepción de un policía novato que había visto todo. Su café se mantenía en la altura de la boca mientras se derramaba sobre su camisa, todo por estar en shock.

(...)

Nayeon caminaba aún asustada por lo acontecido hace horas. Seguía de noche y eso le daba un toque siniestro al estar caminando por la carretera, mientras era perseguida por la extraña mujer quien no dejaba de sonreír.

Una loba como mascota - SatzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora