26. Hermanos

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Nayeon se había quedado dormida mientras esperaba a que Jihyo termine lo que sea que estaba haciendo, llevaba todo el día en el sótano y no dejaba de hacer ruido con los golpes del martillo

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Nayeon se había quedado dormida mientras esperaba a que Jihyo termine lo que sea que estaba haciendo, llevaba todo el día en el sótano y no dejaba de hacer ruido con los golpes del martillo.

Sana había salido a su universidad y hasta ahora no regresaba, tenía muchos proyectos pendientes que debía terminar junto a sus compañeras, más aun el que no hicieron por estar ocupadas en agradar a Tzuyu, por esa razón no la había llevado a pesar de la insistencia de la rubia.

Ahora solo quedaban las hermanas en el sótano, Tzuyu observaba lo que hacía la mayor y sonreía porque el cuarto de sus sobrinos estaba quedando bien.

—¿Ya sabes cuántos serán? — la rubia estaba sentada en un pequeño sillón que Jihyo se había robado del vecino la noche anterior, era muy bonito para el cuarto.

—No estoy segura — cargaba los juguetes y los colocaba sobre la mesita de noche que había quitado del cuarto de Sana — Pero creo que serán tres — sonrió con un brillo en los ojos, su rostro estaba sudoroso por todo el trabajo—Estoy tan feliz — miró a su hermana — Voy a tener mi familia, a mi manada propia — Tzuyu sonrió orgullosa por ella.

—¿Pero no íbamos a llevarlos a nuestro hogar? ¿Por qué construir tu guarida aquí? — preguntó con duda.

—Porque ya lo decidí — sacaba los juguetes — Esta será mi casa, aquí vamos a vivir, así que anda pensando dónde irás tú porque este será el territorio de mis cachorros.

—Pero…— Tzuyu se puso a pensar — ¿Este no es el territorio de Sana?

—¿Ella tiene manada? ¿Ella lo meo? No, así que es mío, si me lo quiere quitar que pelee — respondió decidida.

Tzuyu asintió, es una regla entre lobos, el más fuerte se queda por lo que pelearon.

Rio al imaginar a Sana pelear con sandalia en mano.

—Debo hablar con ella — borró su sonrisa a una de tristeza.

—¿De qué? — colgaba luces en forma de estrellas en el techo.

—Piensa que solo la quiero para…ya sabes — se sonrojó — Hacer cositas y tener cachorros.

—Está que le meta ideas a mi Yeonnie, suerte que ella sabe que sí la quiero o si no la hubiera echado de mi terreno.

—Lo sé, pero ella aún no entiende que la quiero, dejando de lado el deseo que nuestros cuerpos puedan sentir, la quiero mucho — bajó la mirada — Quiero decírselo.

Jihyo suspiró, los de su especie aman y quieren con mucha más fuerza, estaba segura que Sana ya había conquistado a su hermana, no sabía cómo con el humor que tiene, pero lo hizo.

—¿Por qué no se lo dices ahora? — propuso.

—¿Ahora? Está en la universidad, me dijo que no podía ir porque distraigo a sus amigas.

Una loba como mascota - SatzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora