21. Pastilla

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Llegado el anochecer, Tzuyu estaba en parte agradecida con su hermana, porque ahora puede dormir abrazada a su chica sin que ella la esté reprendiendo

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Llegado el anochecer, Tzuyu estaba en parte agradecida con su hermana, porque ahora puede dormir abrazada a su chica sin que ella la esté reprendiendo.

Pero había algo que la molestaba, eran como las dos de la madrugada y Tzuyu aun podía escuchar leves chillidos de la cama que producían en la otra habitación, sus oídos eran muchos más sensibles y podía escucharlo todo como si estuviera frente a ellas.

Tzuyu bufó y quitó su abrazo a Sana para taparse los oídos, Sana giró a verla adormilada y notó su incomodidad.

—¿Aun siguen? — preguntó somnolienta, como era humana, no podía escucharlas por lo “cuidadosas” que estaban siendo.

Tzuyu asintió y la castaña soltó un suspiro mientras se quitaba las sabanas y se levantaba de la cama.

—¿A donde vas? — preguntó Tzuyu aun con sus manos en sus orejas.

—Debes dormir — se ponía sus pantuflas — Y ellas no te dejan — se dirigió a la puerta y salió.

Tzuyu curiosa por lo que iba a hacer, agudizó el oído para escucharla mejor, quizá iba a regañarlas como lo había hecho muchas veces con ella.

La rubia brincó del susto cuando escuchó dos fuertes palmadas seguidas. 

Estaba confundida cuando observó a Sana ingresar con tranquilidad y volver a acostarse a su lado, tomando su mano y haciendo que la abrazara nuevamente mientras volvía a cerrar los ojos para dormir.

Tzuyu trataba de escuchar al otro lado pero ya no había ningún ruido.

—¿Qué pasó? — preguntó curiosa.

—Nada, ya puedes dormir — mantenía los ojos cerrados.

En la otra habitación, Jihyo y Nayeon mantenían las sabanas hasta sus cuellos y miraban el techo en completo silencio, sus mejillas tenían una roja marca de la pequeña mano de Sana como advertencia.

—No entiendo…— pronunciaba Jihyo en un agudo murmulló, sus ojos estaban humedecidos — ¿Cómo es posible que me duela? Se supone que soy más fuerte — aspiró para no sollozar.

—Si a ti te duele…imagínate a mí — su puchero tembló.

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Una loba como mascota - SatzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora