40. Último

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Las prendas habían sido tiradas en el suelo, la desesperación de Sana era tan fuerte, que muchas de ellas ya estaban rotas

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Las prendas habían sido tiradas en el suelo, la desesperación de Sana era tan fuerte, que muchas de ellas ya estaban rotas. Sus ojos se mantenían cerrados disfrutando de los besos hambrientos de Tzuyu sobre la piel de su cuello.

Sus uñas se hundían en la cadera de la rubia, sus piernas se removían impacientes ante cada roce del notable miembro excitado de Tzuyu  contra su centro mojado.

Sana atrajo su rostro para poder besarla, disfrutaba la sensación de jugar con su lengua dentro de su boca. Un gemido interrumpió el beso, la mano derecha de Tzuyu envolvía uno de sus senos, amasandolo con una leve fuerza.

—Te ves tan hermosa, Sana — Tzuyu no apartaba la mirada de su perfecta novia.

Antes de que Sana pudiera responder, su seno fue atrapado por la boca hambrienta de Tzuyu, comenzando a chuparlo con deseo.

Sana jadeaba excitada, Tzuyu no dejaba de pasar su duro miembro entre los labios vaginales de la castaña.

Tzuyu atrapó su otro seno, dándole la misma atención. Levantó la mirada a la castaña mientras lo hacía, sus ojos estaban atentos ante cada gesto, ante cada gemido que escapaba de sus labios. Los ojos de Tzuyu brillaron ante esa belleza que tenía debajo de ella.

Sana abrió los ojos al sentir que Tzuyu se había detenido, al bajar la mirada a ella, se encontró con la rubia admirándola, como si fuera lo más lindo del mundo.

—¿Qué pasa?

—Estoy feliz…— respondió con una sincera sonrisa — Muy feliz.

Nuevamente, Tzuyu no la dejó responder, volvió a sus labios, saboreando esos labios que tanto amaba. Dejó un último beso y se estiró su cuerpo a la mesita de noche, donde sacó un pequeño papel. Se sentó sobre sus propios pies y lo leyó en silencio, llamando la atención de la castaña quien se apoyó en sus codos.

—¿Qué haces? — estaba muy excitada, quería seguir.

—Nada — tiró el papel a un lado.

Tzuyu tomó las piernas de Sana y se acomodó entre ellas, la castaña volvió a cerrar los ojos al sentir los dedos de su novia acariciar su sensible centro.

—Mierda…Tzuyu — pronunció jadeante al sentir uno de sus dedos abrirse paso en su cavidad. La rubia no apartaba la mirada de ella. Siguió acariciando hasta que bajó la cabeza a su centro, dando una lamida que hizo que una corriente recorriera el cuerpo completo de Sana — Chúpame — ordenó la castaña al volver a verla, sus pupilas estaban dilatadas, pintadas de un color rojizo sangre — Vamos, cariño, hazlo.

Tzuyu sonrió ligeramente y abrió su boca, comenzando a disfrutar de la húmeda vagina de la castaña.

—Joder…sí — Sana disfrutaba cada toque, cada sensación. Sin dudarlo, tomó del cabello a Tzuyu, hundiendo sus dedos entre aquellos rubios mechones y apretándolos con cierta fuerza demandante — Hazlo con más fuerza…— pidió — Así…justo así — gemía. Pero Sana quería más, quería disfrutar de verla — Ven.

Una loba como mascota - SatzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora