Epílogo III

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La noche era divertida para Tzuyu, podía correr libremente y paseaba hasta atrapar algún delincuente

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La noche era divertida para Tzuyu, podía correr libremente y paseaba hasta atrapar algún delincuente. Las horas nocturnas eran su favorita, aunque solo le tocara cada fin de semana, donde había mucha más delincuencia.

Por supuesto que ella no necesitaba ningún compañero, podía atrapar hasta hombres muchos más grandes que ella y cargarlos con una sola mano hasta el auto.

Esa noche caminaba tranquila por la calle, inspeccionaba el lugar y a las personas que pasaban, su traje le quedaba muy bien y eso le gustaba, la menos eso decía Sana.

—Como que ya me dio hambre — pronunció cuando su estómago rugió.

Se sentó en una vereda y colocó sobre sus piernas la lonchera que siempre traía a mano. Sonrió feliz al ver la cena que Sana le había preparado, se notaba el cariño que había en ellas.

Tzuyu comía tranquila, sus mejillas estaban llenas, pero igualmente siempre estaba atenta ante cualquier emergencia. Sus orejas se movieron al escuchar unos pasos fuertes acercarse a ella. Levantó la mirada y observó a un hombre corpulento correr con una mochila en mano. A lo lejos logró ver a un muchacho asustado, al parecer lo había golpeado en la cara y lo tomó de sorpresa.

Tzuyu se apresuró a tragarse todo el sándwich y chuparse los dedos antes de salir corriendo, dejando su taper y lonchera en el piso.

—¡Amto! — gritó con la boca llena, tragó rápido y siguió corriendo — ¡Alto!

El hombre giró sin detenerse y sus ojos se abrieron asustados al ver a aquella mujer correr demasiado rápido. Sin poder reaccionar, Tzuyu se tiró a él y ambos cayeron rodando en diferentes direcciones.

El mayor se levantó y sacó el arma de su cintura para disparar, cuando Tzuyu con solo una patada mandó a volar la pistola con tanta fuerza, que quedó clavada entre los muros, dejando aturdido al hombre.

—¿Me puede dar la mochila, por favor? — pidió amablemente.

El hombre tembló del temor, asintiendo y entregado la mochila que había robado. Tzuyu agradeció con una sonrisa y giró a ver al chico que llegaba corriendo al ver que lo habían atrapado.

—Muchas gracias — respiraba agitado, estiró sus manos para tomar su mochila pero Tzuyu lo esquivó.

—¿Cuál gracias? Esto se queda como evidencia ¿Cómo cree que voy a ir a la comisaría sin ninguna prueba?

—P-pero…

—Nada de peros, ya, andando, ambos — dio leves empujoncito a ambos.

Una loba como mascota - SatzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora