30. Listos

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Nadie se encontraba en casa de Sana, todos estaban apretados dentro del auto de la castaña, hacer que siete personas logren entrar en un pequeño auto, era algo un poco difícil

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Nadie se encontraba en casa de Sana, todos estaban apretados dentro del auto de la castaña, hacer que siete personas logren entrar en un pequeño auto, era algo un poco difícil.

—¿Ya llegamos? Están que me aplasten los…

—¡Jimin! — regañó Minjeong, ella también estaba aplastada contra la ventana.

—¡Ustedes ni se quejen! — Jungkook gritaba desde el maletero.

—No es para tanto — pronunció Tzuyu desde el asiento del copiloto, Sana la había colocado allí, solo a ella para que esté cómoda.

—Claro, lo dice quien tiene favoritismo — se quejó Jihyo, ella estaba de cabeza.

—No es favoritismo — respondió Sana — es porque es la menor, así que silencio.

Sana pasó por un gran bache.

—¡Auch! — gritó Jungkook.

La castaña seguía conduciendo, iban a una tienda de armas ilegales, lo conocía porque una de sus amigas trabaja allí, en ese lugar eran muy fáciles conseguirlos.

Durante el trayecto, Tzuyu no dejaba de ver la mano de Sana, estaba sobre su pierna y no dejaba de acariciar con su pulgar. Cruzó miradas con la castaña y un fugas brillo apareció en sus ojos y volvió a ver a la carretera, la castaña estaba sonriente.

Tzuyu se acercó a ella y comenzó a olfatearla, eso hizo reír a Sana.

—¿Qué haces? — preguntó sin quitar la vista de en frente.

La rubia volvió a su asiento, no había notado nada extraño, miró el mechón blanco de Sana y comenzó a pensar, ella no tenía ese mechón, ¿Se estará haciendo vieja? ¿Cuándo envejecen los humanos?

Cuando llegaron, Sana fue la primera en bajar, seguido de los demás quienes cayeron al suelo entre empujones. La castaña viró los ojos.

—Les pido que POR FAVOR, se comporten, ¿Está bien? — todos asintieron desde el suelo — Bien, vamos.

—Jihyo — Tzuyu murmuró al lado de su hermana.

—Dime — miraba a Nayeon con disimulo, ninguna se hablaba.

—Sana se está volviendo viejita — pronunció con un puchero.

La campanilla de la tienda avisó su presencia y todos ingresaron detrás de la castaña, se quedaron observando asombrados las diferentes especies de armas y los diferentes tamaños.

—¡Yo quiero esta! — todos giraron a la voz de Minjeong, ella sostenía una gran metralleta entre sus manos — Está linda — sonrió con inocencia.

—Kook…— Jimin susurró a su hermano — Tengo miedo.

La castaña hablaba con su amiga, le contaba cuáles armas quería mientras el resto andaban de curiosos por la tienda.

Una loba como mascota - SatzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora