17. Espiando

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Sana y Nayeon  bajaban corriendo las escaleras, temían que se hayan tardado demasiado y las chicas ya estén muy lejos como para alcanzarlas

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Sana y Nayeon  bajaban corriendo las escaleras, temían que se hayan tardado demasiado y las chicas ya estén muy lejos como para alcanzarlas.

Frenaron justo a tiempo que iban a chocar con la puerta y la castaña la abrió enseguida, frenándose nuevamente cuando frente a ellas estaban Tzuyu y Jihyo dándoles la espaldas, veían en distintas direcciones a la calle.

—¿Qué hacen aquí? — Sana se quitó los lentes de sol.

—¿No deberían estar ya buscando un trabajo? — Nayeon preguntó.

Ambas chicas giraron a verlas, se mantuvieron en silencio y solo cruzaban miradas entre ellas, como diciéndose algo entre gestos.

—¿Qué ocurre? — preguntó Sana.

—Verán…— se atrevió a hablar Jihyo — tenemos un pequeño problema.

—¿Cual problema?

—Sana —Tzuyu se acercó a ella y se inclinó a su oído, susurrando — ¿Cómo se busca una dirección?

Minutos después las hermanas ya caminaban por las calles en busca de unos de los trabajos anotados.

—”Giré a la derecha” — pronunció Siri, la pelinegra sostenía entre sus manos el celular de su novia, se lo había prestado para que puedan localizar los lugares.

—Dice a la derecha — pronunció Jihyo, ambas acataban las ordenes del pequeño aparato.

A solo unos metros de distancia, Sana junto a Nayeon  se escondían detrás de unos postes, ocultaban sus rostros con lentes, mascarillas y una gorra, todo de un color negro.

—”Usted a llegado a su destino”

—Aquí es — Jihyo se detuvo frente a un gran restaurante, o eso es lo que le indicaba el celular.

—¿Sientes eso? — Tzuyu deliraba con el delicioso aroma de la carne que se asaba en una parrilla — Tengo hambre.

—Calma — pedía Jihyo, estaba igual que su hermana — Es un trabajo, no debemos arruinarlo, ¿Está bien?

—Sí — asentía insegura — Pero yo solo quería tener hijos, ¿Por qué tengo que trabajar? — giró a ver a la pelinegra.

—Tzuyu — alzó la voz — Se supone que vamos a casarnos con ellas para formar una familia, ¿Cómo lo vamos a cuidar? Debemos ser responsables.

—Pero…

—Pero nada — tomó su brazo — Vayamos, que debemos llevar dinero a casa.

Nayeon  y Sana las observaron ingresar al restaurante, ahora estaban escondidas detrás de un puesto de periódicos mientras el señor las veía con extrañeza.

—¿Crees que lo consigan? — preguntó Sana.

—Tal vez, pero quizás hagan algo que haga que las echen — respondió Nayeon .

Una loba como mascota - SatzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora