6. Es un trato

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Sana bajaba por la escaleras mientras estiraba su cansado cuerpo, anoche no pudo dormir bien, Tzuyu estuvo aullando toda la maldita noche cerca de su ventana. Bueno, no toda, pero si la mayor parte del tiempo, hasta que la vio dormida echa en una bolita cerca de la casa de su perrito. La casa era muy pequeña para ella y no podía entrar.

Terminaba de bajar las escaleras cuando casi tropieza con algo, observó lo que había a sus pies y era la vieja mochila de aquella chica. Lo levantó con una mano y al sujetarlo con ambas, sintió un pequeño bulto con una extraña forma. Le dio curiosidad, y observando que nadie la esté viendo, abrió rápidamente la mochila e introdujo la mano en su búsqueda. Lo que sacó la dejó atónita.

Una piedra de cinco centímetros, siendo nada mas que oro puro. Tzuyu lo había encontrado cerca de un volcán, y como le pareció bonito, se lo trajo, dejando al resto en su lugar.

Sana se sobresalto cuando se encontró con la cara de la loba, pegada en la ventana, mirándola.

La castaña carraspeo nerviosa, y dejando la piedra en la mochila, la dejó en el suelo como si no le importara, yendo a la cocina rápidamente.

—¿Cómo es que tiene oro en su mochila? — decía sorprendida mientras sacaba los ingredientes para su desayuno.

Sana seguía estando en shock cuando escuchó el timbre de su casa. Obviamente era esa chica, y no le pensaba abrir. Pero el timbre volvió a molestarla.

—¡Dije que te vayas! — advirtió, volviendo a freír unos huevos en el sartén. Pero el molesto ruido volvió a oírse. La castaña gruñó, y caminando molesta hasta la puerta, la abrió furiosa.

—¡Óyeme animal de…— se quedó muda cuando vio a un oficial observándola seriamente. Río nerviosa — Hola, ¿Qué se le ofrece?

—Buenos días, señorita — su voz era grave y demandaba autoridad — ¿Este animal es suyo?

Sana bajó la mirada y frente a ella, estaba la chica transformada en lobo, que ingresó rápidamente como si fuera su casa.

—N-no…— quería negarlo, pero el oficial la interrumpió.

—Su mascota hizo algunos disturbios en plena madrugada. Derrumbó todos los tachos de basura de cada calle y las esparció en las autopistas, se metió al jardín de la señora Lee y destrozó todas sus flores, ingresó al patio de la señora Soo y persiguió a todos sus gatos, uno fue lanzado a la piscina y otro sufrió una lesión en la cola. Interrumpió en una fiesta de una calles mas alejado de aquí, y se comió completamente el pastel, además que tuvieron que batallar con él para sacarlo. Y se metió a una casa por la entrada de su propia mascota, y se comió a su hámster que hoy cumplía años. Su familia exige venganza.

Sana estaba con la boca levemente abierta, no podía refutar absolutamente nada porque ni siquiera sabía qué decir.

—No… No es mío — fue lo único que pronunció con la esperanza de que le creyera

La loba llegó a su pies junto a su collar rojo que tenía enmarcado su nombre en legras grandes, incluido el de su dueña, Sana Minatozaki.

La castaña carcajeó nerviosa al ver la mirada seria del oficial contra ella.

—Jajaja es muy bobito — se la va a pagar — Es que…Yo…puedo explicarlo.

—Este es el resultado de todas sus multas — escribía en un papel, leyendo el nombre de la castaña que el lobo fácilmente se lo mostraba — Si me vuelven a llamar por otro problema que causó su mascota, no sólo él se verá perjudicado, también usted. Así que le pido que lo vigile constantemente si no quiere verse en frente del tribunal — le entregó la hoja, y muy a su pesar, Sana lo aceptó.

Una loba como mascota - SatzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora