38. Despedida

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Habían pasado días desde que los hermanos con sus respectivas parejas convivían en casa de Sana

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Habían pasado días desde que los hermanos con sus respectivas parejas convivían en casa de Sana. Era un caos cada día y era estresante para la castaña, pero felizmente para ella, aquellos días ya estaban por terminar, cada quién volverá al hogar de sus parejas, ya lo habían decidido.

Pero eso sería más tarde, ahora aún seguían durmiendo, todos a excepción de Tzuyu. La rubia corría escaleras arriba y entrando bruscamente al cuarto de la castaña, brincó a la cama al lado de Sana.

—¡Sana! ¡Sana! ¡Despierta! — saltaba con emoción.

—¿Qué pasa? — la cama no dejaba de temblar.

—Mira — dejó de brincar y mostró la mochila con la que había llegado a aquella casa — Lo encontré — sonreía.

Sana notó su rostro lleno de tierra, ya entendía porqué no encontraba la mochila desde hace tiempo, Tzuyu lo había enterrado en algún lugar.

—¿Por eso no llegaste anoche? — se sentó tomando la mochila.

—Es que había olvidado donde lo enterré — alzó los hombros — ¡Pero ábrelo! ¡Seguro está la piedra allí!

Sana recordó con sorpresa el oro, lo había olvidado por completo. Rápidamente abrió la mochila y vacío todo sobre la cama. Una gran cantidad de billetes rotos, monedas y comida caducada caía.

Sana rebuscó entre todas esas cosas con desespero. Su sonrisa creció al ver esa pequeña piedra junto a un chocolate, lo tomó y su emoción iba en aumento.

—Ahora que eres mi pareja, eso te pertenece a ti — Tzuyu sonreía — ¿Verdad que está bonita?

—Tzuyu ¿En realidad no sabes lo que esto vale? — no dejaba de sonreír. Tzuyu negó con confusión — ¡Esto vale mucho dinero!

—¿En serio? — no le sorprendió mucho — ¿Entonces vas a vender mi regalo?

—¿Qué? — su sonrisa se iba borrando.

—Es mi regalo para ti, lo guardé porque era muy linda y quería que tú lo tuvieras. ¿Lo vas a cambiar por dinero?

—Pero…— Sana no supo qué responder, se supone que eso es lo que había esperado y era la oportunidad de bajar todo el dinero que perdió en un principio — Tzuyu…

—Es broma — Tzuyu rió — Véndelo, sé que hice muchos problemas, este es mi forma de pago — el corazón de Tzuyu dio un vuelco al ver esa hermosa sonrisa en Sana.

—Eres un amor — la castaña dejó un corto beso sobre sus labios — Arriba, vamos a ir ahora — se levantaba de la cama.

—¿Ahora? Es muy temprano — respondió Tzuyu con pereza.

—Vamos, Tzuyu. Esto es de las dos, debes acompañarme — comenzaba a desvestirse.

—Está bien…— comentó resignada, no quería bañarse.

Una loba como mascota - SatzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora