𝖀𝖓𝖎𝖉𝖔𝖘 𝖕𝖔𝖗 𝖊𝖑 𝖉𝖊𝖘𝖙𝖎𝖓𝖔. [𝕿𝖔𝖒𝖔 𝖀𝖓𝖔]

✧Episodio 26✧

Penélope sonriendo se presentó en el comedor a fin de disfrutar un agradable almuerzo con su familia. Aumentando su buen humor sin la presencia del doncel alrededor, molestándole incluso su respirar. Tuvo un comportamiento singular desde la compra del esclavo. Nada grave, pero la verdad, bastante inusual. ¿En verdad se había enamorado del extranjero?. Aunque fue nombrado conde, mantenía sus dudas al respecto y las comentaría más adelante con su esposo.

–Madre, no pensé que se presentaría a comer.–Comenta Mairen sentada en uno de los extremos cercanos de la mesa a su padre.

–¿Por qué no tesoro?.–Pregunta tan dulce que causó escalofríos en los sirvientes y miembros de la familia.–Por fin mejoró mi salud y quiero festejar con vosotros.

–Penélope siéntate a comer, después continuas la actuación.–Interrumpe el marqués bruscamente.

La sonrisa por un momento flaqueo en el rostro de la mujer debido a su comportamiento grosero. Pero, diciéndose mentalmente que pronto cambiaría su actitud decidió dejarlo pasar. Y como si la relación entre su familia y ella no estuviera agonizando conversaba casual mientras almorzaba. Provocado burlas y muecas de disgusto disimuladas en los rostros de los sirvientes a su espalda.

Terminando el almuerzo los platos fueron retirados, Penélope entre escusas pequeñas se retiró del comedor. En camino a la salida de la gran mansión, paso unos minutos a su habitación. Tomando una capa y una bolsa algo abarrotada de accesorios, cuyos consideraba importantes. Saliendo de la mansión dirigió su atención a los establos, considerando el tamaño del carruaje y la presencia del cochero. Prefirió salir sola y cruzar el bosque a caballo.

Ordenándole al cuidador de los caballos espero insatisfecha. ¡Ella era su señora y osaba cuestionarle el viaje solitario!. Las reformas se extenderán a los sirvientes, los malagradecidos los enviaría a la calle por su deslealtad. Y sin más interrupciones, galopo fuera de las tierras pertenecientes a los Dynasty’s.

El viaje sería algo extenso, la mansión de los Montero se encontraba en la cuidad. Buena ubicación si se dedicaban al comercio de telas y joyas. El caballo corrió dando su mayor esfuerzo, algunas ramas golpeaban el cuerpo de la jinete y animal, aunque leves latigazos dejarían marca en la piel. Penélope no mostraba preocupación o emoción en su rostro, solo una fría expresión neutra. La capa ocultaba su identidad y protegía, un poco, de los latigazos de las ramas.

A mitad del viaje, el animal agotado detuvo su galope. Recuperando el aliento y bebiendo agua brindada por la mujer. El retraso es beneficioso, si llegaba temprano le irritaría esperar a que oscureciera. Aproximadamente una hora más tarde, retomó su camino, está vez más lento y pacifico. Cuando por fin al atardecer salió del bosque.

Los nobles, plebeyos y vagabundos se apartaban de su camino por seguridad. Pero, debido a su naturaleza curiosa no apartaban la mirada. La mujer ocultando su identidad se regocijo de la felicidad que le daba tanta atención. ¡Incluso bajo una fea y oscura capa llamaba la atención de las personas!. Simplemente perfecto en cada uno de los sentidos.

Teniendo frente suyo la mansión suspiró conmovida. Es un sitio hermoso, lástima que las llamas de su perfección bailarán sobre sus cenizas. Rodeando el edificio, buscando la puerta de servicio, aunque fuera indignante que alguien de su nivel cruzará por esa puerta. Será un sacrificio que soportaría, haría hasta lo imposible por sus metas.

La puerta como espero, se encontraba cerrada desde dentro. Aunque nada que su magia no pudiera arreglar. Tocó suavemente, evitando asustar a los sirvientes, y espero unos segundos. Cuando abrieron la puerta activo al instante su magia de control de mentes. Intercambiando algunas palabras con la sirvienta, oculto su asco entrando a su mente una vez las defensas bajaron un poco.