✧Episodio 33.✧

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Mairen en el desayuno del día citado comentaba de manera sutil sobre su invitado. El marqués intrigado realizó una serie de preguntas, interrogando incluso si aún estaba en búsqueda de una buena esposa. La vergüenza podía cortarse con un cuchillo fácilmente.

–Padre por favor basta.–Avergonzada habla.–Hazle ese interrogatorio a mi hermano de la misma forma.

–Aún soy joven Mairen, no me envíes a la tumba tan pronto.–Agarrando su pecho finge dolor.–No gracias cielo.

Riendo de su dramática respuesta termino el desayuno, marchándose uno a uno del comedor. Cuando las personas suelen divertirse las horas dan la impresión de pasar sin detenerse. Mairen en esos instantes odiaba ese hecho, conversar a la par de Samuel causaba, en su despiste, el olvidar la hora.

Fue el noble, que con pesar, le recordó que debía marcharse antes del anochecer. Los peligrosos caminos emanarían un aura de muerte a la Luna posicionarse en lo alto del mar estrellado. Aunque la doncella trato de convencerlo de pasar la noche, insistía en que causaría inconvenientes. El marqués, para el alivio de su hija, apareció justo a tiempo en su socorro. Quedando entre la espada y la pared el joven aventurero.

–Creo que no me queda otra opción a escoger…–Suspira con una sonrisa nerviosa.–Me quedaré solo está noche.

–¡Perfecto!. Le ordenaré preparar al chef los platillos que más le apetecen.–Dando cortos saltos se aleja dejando a solas a los dos hombres.

–Señor Ciel…¿Su hija se encuentra en algún compromiso en estos días?.–Tratando que solo se notará la curiosidad en su tono pregunta el usuario del elemento tierra.

–Estoy al corriente de su amor hacia mi pequeña, no son buenos ocultándolos, solo si ella desea comprometerse aceptaré su boda.–Deja en claro su opinión el marqués antes de retirarse, su hija estaba por regresar y no sería la tercera rueda en su momento a solas.

Un mes completo, había pasado en un parpadeo. Mairen más risueña que nunca daba paseos todos los días acompañada de su prometido y amor. A Ángel le maravillaba su adaptabilidad, en su hermana no quedaba sombre de su madrastra. Su felicidad genuina borro de su ser ese mal recuerdo. Planeaban salir de aventura cuando estuvieran casados, recorrer cada rincón del mundo y aprender de sus culturas. ¿Quién eran ellos para impedírselo?. Siempre que les escribiera aliviando su preocupación serían libres de desatar sus sueños.

Samuel en cuanto a la boda, deseaba algo sencillo que satisficiera a las dos familias. No a los chismosos nobles que se asociaban a ellas. La chica apoyo su solicitud comprendiendo a que se refería. Ella vivió en carne propia lo desgarrador que podía ser las opiniones de extraños.

La diosa bendijo su unión un día soleado lleno de buenos presagios. Felices recorrerán el reino como luna de miel y en espera del casamiento del hijo mayor de la familia. Enviando cartas todos los días, llenas de historias graciosas que les sucedían. En su armonía Mairen no olvidó a su madre, que a pesar de los males causados le dio la vida. Le enviaba notas a la institución que se encontraba encerrada, prometiéndole ir a visitarla antes de partir.

Anna, la dulce doncella cumplió su objetivo. Su presencia enamorada fue notada por el marqués. Tenían conversaciones sutiles aunque agradables. Ciel acababa de divorciarse y la dejaría en una mala posición si comenzaban a salir. Ella comprendía y podía esperar un poco más, su determinación no sería vencida.

Aunque no fuera formal, junto a su hermano se mudaron a la mansión. La familia crecía alegrando al doncel. El niño, ahora en buenas condiciones de salud, daba su granito de arena a toda hora alejando las preocupaciones con su energía.

𝖀𝖓𝖎𝖉𝖔𝖘 𝖕𝖔𝖗 𝖊𝖑 𝖉𝖊𝖘𝖙𝖎𝖓𝖔.  [𝕿𝖔𝖒𝖔 𝖀𝖓𝖔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora