✧Episodio 12✧

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Dos días antes del baile, la entrada y salida de personas a la mansión no eran pocas. Debido a que la celebración tenía un gran significado debían prepararse como era debido. Por parte de Ángel el vestuario, peinado y maquillaje no le eran adecuados por la simple razón que no encontraba un vestido que fuera a juego con el traje de Félix. El marqués había llamado a reconocidos estilistas, los cuales se marchaban avergonzados por no cumplir las expectativas del doncel.

—Esta bien si no vamos combinados, no iremos a ser envidiados.—Murmura Félix algo irritado por todas las personas desconocidas acaparando la atención de su pareja.

—Es natural que se comporte así, al ir combinados al baile les estaría diciendo a todos que son pareja.—El marqués río bajo divertido por su comportamiento.

—Prometidos.—Corrige el leopardo comenzando a alejarse.—Ángel acepto ser mi esposo.

—Entonces con mayor razón está así de motivado…—Murmuró para si mismo el marqués antes de marcharse, tenía que asegurarse que Mairen no escogiera algo demasiado llamativo.

Ángel se encontraba exhausto, nadie entendía la descripción de su atuendo ideal. Habían venido ya demasiadas personas, y como ninguno se molestó en tratar de entender los despacho rápido. Al parecer no le quedaba de otra, tendría que utilizar su habilidad para el vestido.

—Mi señor…¿Debo llamar a otras vestuaristas?.—Anna inquieta por los fallos trata de animar al tritón.

—No será necesario, yo mismo haré el trabajo de esos ineptos.—Con decisión en su tono el doncel busco entre los cajones de su cómoda algún papel y bolígrafo.

—¿Usted mismo?.

—Si, manda a comprar los materiales lo más rápido posible.—Entregándole la hoja con un corto listado escrito el doncel saco a empujones a la chica de la habitación.

—Entendido…—Desconcertada acepto Anna retirándose a paso apresurado, trataría de regresar con el encargo lo más pronto posible.

Mientras tanto Ángel veía con el ceño fruncido el cronómetro que marcaba el tiempo faltante en la pantalla translúcida frente suyo. Los retoques para finalizar su preciada segunda arma, Varkyria, estaban a horas de terminar. Una vez terminado el trabajo, armaría su regalo para Félix y su vestido.

—¿Y si mejor cambio un poco el estilo..?.—Murmura para si mismo sacando de un cajón el libro sobre vestidos tradicionales del Reino Bestia.

Era una buena idea, Félix pertenecía a ese reino por lo que llevar un vestido tradicional de esa cultura les diría a todo sobre su compromiso más claramente. Unos toques en la puerta interrumpieron su fantasía, dejando el libro sobre la cómoda camino cauteloso hacia la puerta.

Desde que si alma fue liberada de las ataduras sus sentidos, fuerza y demás habilidades tanto físicas como heredadas habían regresado a su antiguo nivel. Pero entre todas las habilidades características de las dos razas que corrían por su sangre la que menos extrañaba era su intuición animal. Con esta era capaz de percibir en su entorno diferentes tipos de sucesos, fenómenos o entidades, especialmente si están relacionados con la naturaleza o si presentaban cierto grado de amenaza. Debido a que siempre estaba activa, le era normal ver espíritus en su vida cotidiana, con apariencia aterradora y comportamiento amenazante teniendo un aura morada enfermiza alrededor. Aunque hay algunos espíritus con buen aspecto y un aura blanca alrededor, pero eran muy escasos.

—Padre…—Suspira aliviado al no ver nada más a parte de su padre, creía que se había vuelto blando con ese tema, ya que antes simplemente les pasaba por el costado y los ignoraba.

—¿Sucede algo?. ¿Volviste a sentirte mal?.—Alarmándose posa su mano en su frente para medir su temperatura.

—Estoy perfecto padre, solo algo paranoico.—Sonríe calmándole, estaba siendo demasiado paranoico para su bien.

𝖀𝖓𝖎𝖉𝖔𝖘 𝖕𝖔𝖗 𝖊𝖑 𝖉𝖊𝖘𝖙𝖎𝖓𝖔.  [𝕿𝖔𝖒𝖔 𝖀𝖓𝖔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora