CAPÍTULO 13

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El fin de semana transcurrió con normalidad. Mi padre regresó de su viaje el sábado por la tarde y estuvimos juntos lo que restó del día poniéndonos al tanto de lo sucedido en su ausencia. Por supuesto que omití la golpiza de Damian, en cambio inventé que había tenido un accidente en su motocicleta.

Damian no tiene motocicleta.

Me sentía tan cansada. No había dormido bien estos días dándole vueltas en mi cabeza al tema de Damian. Estuve numerando posibles acciones y resultados que podría poner en práctica para poder estar con él sin perderlo después. Mi corazón ya había entrado al juego por mucho que me opusiera y deseaba tanto darme la oportunidad de disfrutar de lo que sea que hay entre Damian y yo. Por muy poco que durara quería intentarlo, porque sabía que nada tan bueno duraría en mi vida.

¿Cómo era posible que alguien que apenas conocía hace unos meses despertara en mí todas estas sensaciones que jamás había experimentado con nadie más?

Después de una larga disputa conmigo misma y de estar segura de mi confianza hacia ese hombre, decidí que le contaría todo a Damian. Una vez que viera su reacción vería cual es el segundo paso. Si decidía alejarse de mí, sería menos doloroso ahora que comienzo a experimentar sentimientos por el a seguir postergándolo hasta que, todo lo que siento siga creciendo y el resultado sea mi corazón hecho trizas sea inevitable.

Estaba ansiosa de verlo y hablar con el sobre lo que había decidido.

Damian me había demostrado ser un hombre aún con su corta edad. Era atento, caballeroso, divertido, responsable y sabía lo que quería sin miedo a demostrarlo. Esperaba que cumpliera lo que me había dicho de no alejarse de mi al saberlo todo.

Esta decisión había hecho que desde la noche anterior sintiera ganas de vomitar de los nervios y la cabeza me punzaba solo de imaginar su reacción. Sin ganas de nada solo logré ponerme unos jeans bastante holgados y rotos, un top negro de tirantes y mi ya famosa sudadera gris extra grande con Converse negros.

Entré al colegio buscándolo entre los estudiantes, pero no logré encontrarlo por ningún lado. Estuve de pie frente a mi casillero con la mirada perdida después de tomar mis cosas, pensando que le diría y cuál sería el momento perfecto para hacerlo.

– Un millón de dólares por tus pensamientos. – dijo una voz masculina detrás de mí y era justamente la que quería escuchar.

Sonreí de oreja a oreja sintiendo como me abrazaba por la cintura pegando mi espalda a su pecho mientras apoyaba su barbilla en mi hombro.

– Vaya, si aceptara esa propuesta cada vez que me la ofrecen... – tomé sus manos sobre mi vientre y sin soltarlo me di media vuelta para poder mirar esos ojos miel que tanto me gustan.

– Hola, grandulón. – dije bajito a centímetros de su cara.

– Hola, dulzura – dijo sonriente y su aliento choco en mi rostro poniéndome la piel de gallina.

– Luces mucho mejor. – Acaricié cada facción afilada de su rostro con las yemas de mis dedos.

Aún tenía algunos hematomas por su mejilla y alrededor de su ojo derecho, sin embargo la hinchazón se había ido. Era increíble que después de tremenda golpiza siga pareciendo modelo de Calvin Klein.

– Me siento mucho mejor ahora que te tengo cerca.

– Damian – dije con mis manos en su pecho y mirando hacia nuestros pies – hay algo de lo que me gustaría hablarte.

– ¿Pasa algo? ¿Te sientes bien? – dijo extrañado mientras repasaba mi cuerpo y rostro con preocupación

– No, todo está bien. Me gustaría hablarte de... algo. Pero no aquí. ¿Podemos vernos saliendo de clases en tu departamento?

MANTENTE LEJOS DE MIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora