CAPÍTULO 16

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La canción de Prisoner de Miley Cyrus se escuchaba a lo lejos, sacándome del dulce sueño en el que estaba sumergida. Era la canción que le tenía a las llamadas de papá. ¿Por qué me llamaba tan temprano?

Intenté girarme para volver a dormir cuando sentí la superficie dura en donde estaba acostada. Fruncí el ceño aun con los ojos cerrados y palpé el objeto pesado que rodeaba mi cintura.

Por favor que no sea lo que estoy pensando.

– ¿Piensas contestar o dejarás que esa maldita canción taladre mis oídos toda la mañana?

Escuchar esa voz a mi lado provocó que las imágenes de la noche anterior vinieran a mi cabeza de inmediato. Damian y yo sentados en el piso confesando secretos, las botellas de tequila, la piscina y... nuestro encuentro.

¿Damian y yo bailando la macarena mientras bebíamos de la botella, semi desnudos y empapados?

Abrí los ojos de golpe dejando que la luz que inundaba la habitación me golpeara y el dolor de cabeza hizo acto de presencia. Me puse de pie tan rápido como pude, pero el mareo me hizo caer de sentón nuevamente sobre el piso del recibidor, donde habíamos dormido sobre las sábanas que Damian extendió anoche.

Damian soltó una carcajada mientras recargaba su cabeza en su antebrazo y me miraba divertido. Lo asesiné con la mirada y volví a incorporarme, esta vez más lento y con cuidado.

Miré a mi alrededor buscando mi móvil y las prendas de ropa de las que me despojé en un acto de pánico.

Cogí rápidamente el móvil del piso y enseguida volvió a sonar con otra llamada de mi padre. Cerré los ojos y tomé aire sabiendo lo que me esperaba, deslicé el dedo por la pantalla contestando la llamada.

– Puedo explicarlo. – Fue lo primero que dije.

– ¿Qué vas a explicar primero? ¿Por qué no llegaste a dormir o por qué no contestas el maldito teléfono desde ayer? – dijo desquiciado.

La jaqueca no me dejaba pensar con claridad en una buena coartada y tampoco podía decirle que acompañé al hombre que remueve todo mi ser a una pelea clandestina en la que tuve un ataque de pánico y después me llevó a embriagarme a una casa abandonada en donde terminé teniendo un orgasmo con él en la piscina y dormimos en el suelo en ropa interior. Le causaría un derrame cerebral y me internaría en algún convento, esperando que deje de atraer problemas. Así que improvisé con mis dos neuronas que sobrevivieron.

– Salí con Damian a tomar algo a un bar cerca de su apartamento, el tiempo se nos pasó volando y sin darnos cuenta ya estábamos tan ebrios que Darren tuvo que pasar por nosotros. Mi móvil estuvo en mi bolso y no supe de élhasta hoy que desperté en el sofá de los chicos.

El silencio al otro lado de la línea me paralizó. Podía escuchar los latidos de mi corazón de los nervios. Damian no dejaba de ahogar la risa por mi actitud y la mentira a mi padre lo que hizo que volviera a fulminarlo con la mirada mientras paseaba en ropa interior por todo el recibidor.

– No puedo creer tanta irresponsabilidad de tu parte, Emma. ¡Podrías haberme llamado a mí! Pensé que algo te había pasado y resulta que la señorita solo estaba tan ebria que olvidó para que sirve un maldito celular – gritó. – estoy muy decepcionado de ti.

Sus gritos hicieron que mi cabeza retumbara y sus palabras abrieron una grieta que pensé ya estaba reparada, lo que hizo que mi mal genio se apoderara de mí y me volviera hiriente.

Ese era mi método de defensa cuando me sentía herida o desilusionada, hería con palabras exactas que sabía que destruían más que cualquier golpe. Un método bastante estúpido pero que se había convertido en parte de mi carácter y que, en varias ocasiones, me había obligado a pedir perdón por la culpa que me atormentaba después de mis arranques de ira.

MANTENTE LEJOS DE MIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora