CAPÍTULO 10

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Cada jueves, Damian me llevaba a casa, ya que Clara tenía clases de música y no podía hacerlo. Yo podía fácilmente tomar el autobús, pero él se negó rotundamente ante esa idea.

Antes de llevarme a casa, conducía hasta la playa y se estacionaba justo frente al mar. Hablábamos por horas de todo y de nada. Reíamos como locos, me contaba historias vergonzosas de los chicos o de su niñez con Darren. Yo le conté de Julia y mis amigos de San Diego, de todas las veces que me metí en problemas con ellos por mis impudencias. No profundizaba en temas personales de su familia o la mía ya que no quería preguntas que no podría responder.

Ese momento, era mi favorito. Solo éramos él y yo, dejándonos llevar, siendo totalmente transparentes y vulnerables ante el otro sin miedo a nada. Sin duda, guardaría estos días frente al mar, como uno de mis más preciados recuerdos.

Damian peleaba hoy por la noche así que habíamos decidido que, después de la playa nos iríamos al recinto donde los chicos llegarían después para apoyarlo. Mi padre había salido de viaje por la mañana y me había informado que regresaría el sábado por la tarde así que no tuve que mentirle para acudir al recinto.

– ¿De verdad? – preguntó abriendo los ojos como platos sin podérselo creer.

– Si, Damian, te lo juro. – dije fastidiada.

– ¿Con su nombre? ¿Cómo las plaquitas que le pones a las mascotas para identificarlas?

Rodeé los ojos por tener que repetírselo.

– ¡Si, era un jodido collar con su nombre! Y lo usé por dos malditos años. – dije cruzándome de brazos.

Ya diciéndolo en voz alta era realmente vergonzoso.

Damian soltó una carcajada que lo hizo doblarse de la risa y tomar su estómago con sus manos por varios minutos.

Su risa se había convertido en mi sonido favorito. Hace que todo mi cuerpo se erice al escucharlo. Bueno, ese y los sonidos de satisfacción al comer, aunque este último causa otro tipo de sentimientos más... peculiar.

– No puedo creer que tu hayas usado algo como eso. – se limpió una lagrima, aun riendo.

– ¡Era una niña ilusionada! Además, nunca me gustó ese collar. – Arrugue la nariz en modo de desagrado.

– Entonces ¿Por qué lo usabas?

Opto por la verdad.

– Pensé que era yo el problema y no el regalo así que me convencí a mí misma de que era un hermoso collar.

– Corrección, era una hermosa placa para mascotas y tu jamás serías el problema, dulzura.

Le golpeé el brazo a modo de reclamo y seguí riendo con él.

Le había contado de Sean, omití la parte donde me dejó porque mi madre era la amante de su tío mafioso. Me limité a decir que me dejó por no cumplir las expectativas y estándares de su familia y me cambió a los dos días por la perfecta Marie. Lo cual, no era una mentira del todo.

Damian enfureció y no paró de decir lo estúpido que era al dejarme por otra asegurando que no había nadie mejor que yo. Amaba sus halagos recurrentes. No eran forzados ni pensados para impresionar. Los decía con tanta naturalidad, como si todo lo que dijese fuera de lo más obvio y comenzaba a acostumbrarme a ellos. Había hecho las paces con nuestra atracción o eso quería creer, aceptaba lo que el pudiera darme como él lo hacía conmigo sin presionar por más que no era posible.

– ¿Por qué comenzaste a pelear? – le pregunté recostada en el asiento del copiloto con mis pies descalzos recargados es en tablero del auto.

Pude notar como se tensaba ante mi pregunta. Damian hizo silencio como si estuviera pensando que decir o decidiendo si me lo diría o no. Apretó la mandíbula con fuerza hasta que la vena de su cuello apareció.

MANTENTE LEJOS DE MIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora