VUELVE A MI. CAP. 5

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– ¿Por qué Sean me ha estado bombardeando con mensajes donde califica marcas de almohadas? – pregunta Julia caminando junto a mí una vez que entramos al campus. Sonreí de inmediato haciendo qué la herida de mi labio volviera a abrirse.

– Porque es un niño mimado – respondí

Juls no insistió con el tema, aunque no tenía idea de que hablaba. Le habría hablado de la reconciliación con Sean si no hubiera desaparecido estos cinco días. Después de que me dejara dormir en su casa y me llevara de vuelta a la mía al día siguiente, desapareció por completo y como no tengo teléfono, no pude contactarla. Esta mañana apareció en mi puerta con las manos pegadas a su claxon y tan radiante como si no hubiera pasado nada.

– ¿Cómo sigues? – preguntó viéndome por el rabillo del ojo. Los moretones seguían sanando y los cortes estaban mejor, lo que no me daba tregua era la migraña que me tenía dando tumbos cada vez que caminaba.

– Los analgésicos están sirviendo. – mentí – Han pasado cinco días así que no creo que dure mucho más.

– Hasta la siguiente vez – dijo con los dientes apretados. La furia exudando por cada uno de sus poros.

– No empieces. Es muy temprano. – masajeé mi sien por enésima vez esta mañana.

Al dejar la conversación con Julia pude percatarme que los estudiantes que estaban fuera del campus susurraban entre ellos, las chicas sonreían y se alisaban el cabello desesperadamente. Fruncí el ceño mientras caminaba hacia mi clase con Juls pisándome los talones.

– ¿Sabes que está sucediendo? – le pregunte con el mal presentimiento instalado en el estómago.

– ¿Esto? Ah... debe ser por los chicos nuevos – dijo con la voz nerviosa y evitando mi mirada.

Pare en seco y me gire hacia ella para analizar su expresión. Juls, como no es para nada tonta escondió sus ojos atrás de su bolso

– Atrás, satanás – grito con el bolso sobre su cara – No obtendrás nada de esta pobre alma.

La bilis subió por mi garganta con la anticipación y volví a acariciar mis sienes rogando que lo que estaba suponiendo no fuera cierto.

– Juls lo preguntaré una vez. ¿Qué. Putos. Chicos. Nuevos?

Juls asomo sus ojos llenos de culpa por encima de su bolso y ladeo la cabeza.

– La artillería pesada ha llegado. – dijo en un hilo de voz antes de volverse a cubrir con la bolsa y mi cuerpo reconociera una presencia detrás de mí como existiera algún tipo de magnetismo.

– Hola, dulzura. – una voz grave y que reconocería en cualquier lugar golpeó con fuerza haciéndome estremecer. Cerré los ojos negando con la cabeza mientras todo mi alrededor se desvanecía en el aire. En un acto de mero pánico y ansiedad tome mi ante brazo derecho y lo pellizque con fuerza.

Por favor que no sea cierto, que sea mi cabeza anunciado que al fin perdió la batalla con la locura.

Una mano cálida, demasiado grande envolvió la mía con la que estaba haciéndome daño enviando corrientes eléctricas por todo mi cuerpo. Su aroma inundó mis fosas nasales y un sollozo salió por mi garganta.

– No te hagas daño, mi amor. – dijo en mi oído y mis piernas flaquearon. Mi cabeza retumbó de dolor una vez más. – Abre los ojos para mi ¿quieres?

Como si mi cuerpo fuera más suyo que mío obedecí. Ahí estaban, los ojos color miel más hermosos por los que estaba dispuesta a todo. Las comisuras de sus labios se levantaron, pero su sonrisa no llego a esos hermosos orbes que examinaban mi rostro con preocupación, su mandíbula se tensó y miro hacia donde estaba julia como si quisiera matarla.

MANTENTE LEJOS DE MIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora