CAPÍTULO 25

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Pink Floyd retumbó en mis oídos haciéndome despertar de mi dulce sueño. Llevé una almohada a mi cara y ahogué un grito mientras agitaba mis pies a modo de berrinche.

Me levanté enfurecida de la cama, me vestí con un pantalón corto de algodón sin cambiar mi ya conocida playera extragrande. Mi cabello era un desastre y mi cara lucía hinchada al despertar. Salí de mi habitación dando pasos grandes y pesados mientras gruñía todas las maldiciones que me sabía.

– ¡SI NO BAJAS EL VOLUMEN DE ESA MALDITA MUSICA EN ESTE MOMENTO ME IRÉ A VIVIR AL CAMPUS DE LA UNIVERSIDAD Y NO VENDRÉ A VISITARTE NINGUN PUTO DOMINGO! – grité con todas mis fuerzas mientras bajaba descalza las escaleras de dos en dos.

Escuché ruidos en la cocina así que dirigí mis pasos hacia ella.

– ¡TE LO ADVIERTO FERNANDO MARTIN VOY A QUEMAR CADA DISCO QUE...

– Vaya, veo que las mañanas no son tu fuerte, dulzura. – me interrumpe una silueta sentada de espaldas en la barra de la cocina que reconocí al instante.

¿Qué demonios hace Damian dentro de mi casa?

– No has visto nada. – dice mi padre de espaldas a nosotros cocinando algo en la estufa – una vez me amenazó con ir a la policía y acusarme de matarla de hambre por que la comida había tardado más de lo esperado en llegar.

Ambos rieron a carcajadas. Me cruce de brazos y tamborilee mi pie en el piso frio con el ceño fruncido.

– ¿Me pueden explicar que está sucediendo aquí? – me acerqué al hombre hermoso y freso que me sonreía como si estuviera viendo a la octava maravilla – ¿Qué haces aquí Damian?

– hija, no seas mal educada. – me reprendió papá observándome sobre su hombro sin dejar de cocinar lo que fuera que estuviera en el sartén – Damian vino por ti pero nos entretuvimos un poco mientras me contaba de su accidente en moto.

– Recordé que mencionaste el querer hacer ejercicio. – me miró divertido y entonces detalle su pantalón de chándal, zapatillas deportivas y playera de licra – ya que tendré mucho tiempo libre por mi reposo obligado, pensé que podría entrenarte y así yo no me vuelvo loco encerrado y tú te ejercitas.

– Me parece una excelente idea Em. Asegúrense de volver en una hora cuando el desayuno ya esté listo. – dice mi padre mientras pone frente a nosotros un plato lleno de tortitas.

Definitivamente todos se estaban volviendo locos.

...

Después de desayunar con papá, nos anunció que debía hacer otro viaje corto, es por eso que estaba ahí esa mañana y no en la oficina. Papa salió más tarde de casa con una maleta colgada de su hombro, se despidió de nosotros y se fue. Damian se quedó conmigo todo el día después de burlarse de mi nula condición física en nuestra carrera matutina obligada. Tonteamos, jugamos juegos de mesa y ahora estaba acostado en el sofá con su cabeza en mi regazo mientras yo hacía pequeños círculos con mis dedos entre su abundante cabellera y una película de acción -que obviamente el eligió- se reproducía en la televisión frente a nosotros. Tonny preparaba un plato de aperitivos en la cocina. En estos días, que mi padre se fuera de viaje no me parecía aterrorizante, ahora tenia a Tonny en la habitación de a lado y Damian se aseguraba de siempre estar aquí cuando eso sucedía. Por fin tenía un hogar lleno de personas que me amaban y que yo amaba. Era feliz.

Y como dicen por ahí... cuando todo está demasiado bien, es porque no lo está.

Mi móvil se iluminó en la mesita de centro con un nuevo mensaje que asumí era de alguno de los chicos o de Juls. Me incline para tomarlo, un gruñido de reclamo de Damian por dejar de acariciarle el cabello que me hizo sonreír.

MANTENTE LEJOS DE MIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora