CAPÍTULO 22

8 0 0
                                    

Clara estaba como loca dando gritos por todas partes. Dirigía a los chicos mientras estos cargaban y acomodaban las cosas para la fiesta de esta noche. Ella había decidido que sería con temática blanco y negro. Contrató magos y acróbatas, la piscina estaba llena de globos color blanco y negro, al estilo de Hollywood. Nadie, ni siquiera yo, éramos capaces de negarnos ante sus exigencias, solamente nos limitábamos a cumplir sus órdenes. Mi amiga realmente iba a llegar lejos con ese autoritarismo que tenía.

– Recuérdame porque no pudimos contratar a un organizador de eventos y dejamos que Clara nos explotara de esta manera. – me susurró Darren mientras limpiaba el sudor de su frente con su ante brazo y me arrebataba una botella de agua de las manos.

– Porque, al parecer, las bolas de Will no son las únicas que lleva en su bolso y nadie se atrevió a decirle que no. – dije divertida.

– Tendré que hablar con los chicos del error que fue integrarlas en el grupo. Son demasiado encantadoras para nuestro propio bien.

Le sonreí y recargué mi cabeza en su hombro unos segundos, Clara nos gritó a lo lejos que ya era hora de arreglarnos y que Darren debía ir por Damian a su apartamento para traerlo a tiempo. Nos separamos como si de un general se tratara e hicimos lo que nos ordenó.

...

Me miré en el espejo una última vez repasando mi atuendo de pies a cabeza. Alisé con mis manos el vestido. Era de tirantes ligeros que se amarraban por detrás de mi cuello, color negro satinado, el largo llegaba hasta mis tobillos, con un escote en V por el frente, tenía la espalda descubierta y una abertura por el lado derecho que comenzaba por encima de mi muslo. Resaltaba cada una de mis curvas y el escote pronunciado no dejaba ver nada gracias a mis pechos pequeños. Lo acompañé con unas zapatillas negras de tacón y accesorios dorados. Hice un chongo alto y bien peinado para que el escote de la espalda luciera y me maquillé solo un poco y muy natural. Un golpe en la puerta me hizo saber que ya era hora.

– Em, date prisa. Damian está por llegar y Clara está en el recibidor gritando tu nombre como loca – anunció mi padre detrás de la puerta.

Tomé mi bolso y me apresuré a abrir la puerta. Mi padre se quedó mudo al verme. Me repasó con su mirada unas cuantas veces y se veía adoración en su mirada. Sonreí y alcé mis brazos dando una vuelta completa.

– ¿Y bien? ¿Cómo me veo? – pregunté.

– Eres la mujer más hermosa que han visto estos ojos. – dijo con la voz cortada – Mi bebé ya no es una bebé.

Rodé los ojos por su emotividad y caminé hasta él para darle un beso en la mejilla.

– Siempre seré tu niña, papá.

– Necesito que prometas una cosa. – tomó mi brazo evitando que siguiera caminando. Lo miré desconcertada por su seriedad. – Si Damian, por producto del hipnotismo de tu belleza, decide pedirte matrimonio esta noche ¡Dirás que no!

Mis ojos se agrandaron y una carcajada fuerte y alta salió de mi garganta. Mi padre rio conmigo unos segundos hasta que escuchamos la puerta de la entrada abrirse. Nos miramos espantados.

– ¡Mierda! ya llegó – dije tomando mi vestido por la falda y corriendo hacia las escaleras.

– Diviértanse y no hagan estupideces. Estaré en mi habitación toda la noche. Llámame si necesitan algo. – gritó mi padre.

Justo iba bajando las escaleras cuando Damian entró al recibidor, escoltado por los chicos y Clara. Quedé inmóvil en uno de los escalones al verlo llegar y mordí mi labio inferior.

Este hombre me robaba suspiros solo con existir.

El traje negro que llevaba puesto le quedaba a la medida, se estiraba alrededor de sus músculos torneados con cada movimiento. Debajo llevaba una camisa del mismo color con los primeros tres botones desabrochados y unos zapatos de charol. Su cabello, antes desordenado ahora estaba peinado hacia atrás.

MANTENTE LEJOS DE MIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora