CAPÍTULO 18

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Desperté sintiendo húmedos besos pasar por mi cuello hasta llegar a mi mejilla y después a mis labios repetidas veces. Sonreí al sentir los fuertes brazos de Damian alrededor de mí.

– Podría acostumbrarme a esto. – dije aún sin abrir los ojos.

– Pues vete acostumbrando, dulzura. Nada me haría más feliz que despertar así todos los días.

– Entonces quedémonos así todo el día ¿sí? – volví a acurrucarme entre sus brazos.

– Podríamos, pero no lo haremos. – dijo enterrando su cara en mi cabello – Hoy tenemos que ir a ver a tu padre ¿Recuerdas? Es importante para Tonny y yo conoceré a mi suegro. Es un día para recordar.

Abrí los ojos de golpe. Sintiendo ganas de vomitar por los nervios ante sus palabras.

¿Suegro? Un día estábamos luchando cuerpo a cuerpo y al otro estaba dando por oficial una relación entre nosotros. Damian disfrutaba de las emociones al límite.

– ¡Es verdad! ¿Has hablado con Tonny? – Pregunté mientras me deshacía de las cobijas.

– Si, hoy en la mañana – su semblante cambió a serio – él te lo dirá cuando lo veas. Pero no la está pasando nada bien.

– Espero que papá y yo podamos ayudarlo.

Damian buscaba una camiseta limpia en su cómoda, llevaba el cabello mojado, una toalla enredada en su cintura y su pecho descubierto. Se podían ver algunos moretones por su torso, un corte en el labio y la mejilla derecha un poco morada, sus nudillos se habían llevado la peor parte, estaban completamente rojos y se podía ver la piel viva intentando sanar aun así era el hombre más sexy que jamás haya visto y mis ojos lo recorrían mientras me contenía de salivar.. Me acerqué a él y lo abracé por la espalda, Damian sonrió ante mi tacto y se giró quedando frente a mí, alce el mentón para poder mirarlo, tomó mis mejillas con ambas manos y me besó.

Pude ver un ya conocido logotipo en una de sus camisetas dobladas en el extremo derecho del cajón. La tomé con mis manos sin decirle nada y la extendí frente a mis ojos. Era una camiseta de color negro con estampado de la banda Pink Floyd. Giré los ojos.

– ¡Por Dios! – dije en voz baja – ¡Tengo complejo de Edipo!

Damian me miró extrañado y luego a la camiseta. Esbozó una gran sonrisa cuando comprendió.

– Mi suegro tiene buenos gustos musicales ¿eh?

Suspiré – Si quieres caerle bien en seguida, ponte esto. – Estampé la camiseta en su pecho.

Aun llevaba la ropa deportiva que había usado el día anterior y me hice un chongo en el cabello. Damian hizo un puchero ahogando la risa al mirar mi apariencia.

– Ni te atrevas a reírte, Barbetti. Que esto es tu culpa – dije, señalándome de pies a cabeza.

Besó mi frente. – Ni un costal de papas como atuendo opacaría tu belleza. – tomó mi mano y me arrastro fuera de su habitación.

A esto me refiero con sus cumplidos que me roban el aliento y el los hace ver como lo más natural del mundo.

Darren salió de su habitación minutos más tarde. Los tres desayunamos un tazón de cereal a toda prisa antes de salir con rumbo a mi casa.

...

Llegamos a casa veinte minutos después. Me sentía nerviosa de que mi padre conociera a los chicos. Especialmente a Damian, ahora que hemos resuelto nuestros conflictos, aunque aún no hemos hablado de una relación como tal.

Al abrir la puerta la fuerte música retumbaba por toda la casa. Damian y Darren sonrieron enseguida y comenzaron a mover la cabeza al ritmo de la música.

MANTENTE LEJOS DE MIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora