VUELVE A MI CAP. 11

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– Susan – vuelvo a decir sin moverme. Mi pecho estaba contraído y mis músculos estaban tan tensos que dolían – Baja eso ¿quieres? Hablemos. – intente disuadirla con mi voz dulce y tranquila. Mire hacia la sala que me parecía estar a kilómetros de distancia ahí donde yacía mi única esperanza de llamar por ayuda. Susan negó como si se le sacudiera las ideas.

– No vas a dejarme. Tú y yo funcionamos mejor juntas. No puedes abandonarme – sus ojos desorbitados y sus labios resecos me hicieron estremecer. No supe si me hablaba a mi o a ella misma.

– No quiero esta vida. ¿no te das cuenta que ni siquiera es vida? – di un paso hacia ella, no podía acobardarme ahora, lucharía hasta el final no importa lo que sucediera. Susan seguía empuñando el cuchillo frente a su pecho. – Ni siquiera me quieres. Yo tampoco a ti. Tus vicios te han consumido la cabeza y has hecho cosas horribles. No hagas esto Susan, debe de haber algo en ti que me reconozca. Soy tu hija.

–¡No! – gritó pegándose a la puerta para evitar que yo pudiera pasar sin encontrarme con ella – No lo entiendes. Tienes que estar conmigo. Siempre lo has estado ¿recuerdas? No es justo que yo me quede sola mientras tú te vas.

– Siempre estarás sola porque destruyes todo a tu paso. – di otro paso lento hacia ella sin que se percatara porque estaba mirándome a los ojos. Oculte mi desesperación y la mire como si me diera lastima. No lo hacía. Había terminado con eso – A ti no te gusta ser feliz, te gusta que las personas sean tan miserables como tú y yo no seré parte de eso.

– Te meteré a la cárcel.

Solté una risa sin humor.

– Te puedo asegurar que aun ahí encontraría la forma de ser feliz. Porque esa es mi naturaleza, yo se amar y se lo que es ser amada. No importa lo que hagas jamás vas a hundirme en tu propia miseria. Yo sé luchar, tengo el corazón de mi padre – alce el mentón, orgullosa de mi declaración – Puedes golpearme hasta el cansancio, puedes culparme por tus propios actos, puedes compararte conmigo y aun así jamás serás como yo. Soy todo lo que tu deseas ser mejorado. Eso que jamás vas a poder experimentar.

La expresión desquiciada de Susan de tambaleo, soltó un grito tan desgarrador que hubiera aterrado a cualquiera mientras se abalanzaba sobre mí con el cuchillo empuñado.

La adrenalina viajó por mi torrente sanguíneo, ahogué un grito al ver el cuchillo a centímetros de mí y actué por mera supervivencia. No podía ser este final, me negaba a que lo fuera. Quería volver a reír con mis amigos, volver a abrazar a mi padre y tener esas tardes de pláticas con él. Quería volver a perderme en esos ojos color miel y besar esos labios que me devolvían el alma. Quería volver a donde pertenecía y este no iba a ser mi final. Susan no me arrebataría eso sin que luchara, aunque fuera lo último que hiciera.

Anticipé sus movimientos erráticos y pude esquivar sus manos. Susan se jaloneaba de un lado a otro mientras mis manos la aprisionaban por las muñecas. Enterré mis dedos infligiendo dolor hasta que una de sus manos soltó el cuchillo. Estaba decidida a encajarlo en mi cuerpo, donde fuera para hacerme un daño letal. Comenzó a golpearme con su mano libre y la deje hacerlo, mi concentración estaba en mi mano rodeando su muñeca mientras el cuchillo bailaba entre sus dedos.

Ahogue todo el dolor, solo podía escuchar mis propios latidos acelerados y los gritos enloquecidos de Susan eran solo un eco. Hice acopio de todas mis fuerzas cuando note que mi brazo temblaba y podría zafarse de mi agarre. Pasé mi otra mano por encima de mi pecho y tomé el cuchillo por el filo. El metal afilado cortó mi piel, podía sentir como se hundía en mi palma, aun así, ignore el dolor y lo aprete con más fuerza. Tiré de el con la mano empapada en sangre hasta que Susan por fin perdió la fuerza para sostenerlo. Lo tire lejos de nosotras en un movimiento antes de que Susan se abalanzara lanzando golpes sobre mí.

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