CAPÍTULO 27

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– Un minuto más – me digo a mí misma mientras me permito disfrutar y grabar en mi mente este momento. Me acorruco entre los brazos del hombre que me hizo conocer el amor, la felicidad y que tanto me ha sacado de mis casillas. Miro a la ventana de mi habitación en total oscuridad por la noche, la luz de la luna atraviesa los cristales dejándome observar por última vez a mi amor.

Con un sollozo ahogado retiro lentamente sus fuertes brazos tatuados que se enredan en mi cintura pegando mi espalda a su pecho tan protectoramente que casi me hacen creer que aquí estaré segura. Damian se remueve y me quedo estática hasta que su respiración pausada me dice que está profundamente dormido y me pongo de pie sigilosamente. Hago una mueca de dolor cuando mis extremidades me reclaman el exigirles volverse a  mover después de la intensa noche que han tenido.

Después de confesarlo todo y de aceptar -fingidamente- que esperaría hasta encontrar una solución. Damian, Tonny y yo acordamos no hablarle de esto a mi padre hasta que regresara de viaje para no alterar su trabajo y a él mismo. Esta fue mi idea y todo tenía un por qué. No podría enfrentar el rostro agonizante de mi padre cuando me despidiera de él, por que aun que le dije a Damian que no lo haría, me iré y lo hare esta misma noche, tal como llegue a esta ciudad. Sin nada más que lo que llevo puesto.

Me odiará lo sé, esto lo lastimará más profundo de lo que quisiera, sin embargo, me consuela que ese mismo resentimiento  lo impulse a olvidarme y seguir adelante.

Camino desnuda por mi habitación hasta los leggins y la sudadera de gran tamaño que descansan encima de mi mesa de noche. Me visto con el mayor cuidado de no hacer ruido y cuando estoy a punto de ponerme la sudadera, veo la camiseta negra de Damian en el  piso. Me agacho para recogerla y aspiro su olor llenando mi cuerpo de anhelo aun cuando no me he ido. La paso por encima de mi cabeza en lugar de la sudadera y esta la doblo delicadamente poniéndola nuevamente en la mesita. Coloco mi celular encima de la prenda ya que no pienso llevarlo conmigo. Sería demasiado estúpido esperar que Susan no me lo quite y se adueñe de los únicos recuerdos que tengo de esta vida en la que fui feliz, tuve amigos y a mi primer amor. espero que mi padre lo atesore con todas las fotografías de nosotros, de Damian y yo estando completamente enamoras y de mis amigos siendo una familia para mí.

Antes de tomar mis zapatillas para correr me permito echarle un último vistazo a Damian que yace agotado en mi cama. Cierro los ojos con fuerza recordando cada una de sus facciones, su mandíbula apretada cuando está molesto, sus ojos brillantes al retarme, su sonrisa de lado cada vez que le decía te amo, esos brazos fuertes que tantas veces me sostuvieron y que representan para mí la paz. Adhiero a mi memoria cada minuto de esta noche cuando después de tantas confesiones y miedos expuestos se dedicó a esfumarlas con besos, caricias lentas por mi cuerpo y haciéndome el amor como nunca antes. En toda la noche me permití grabarme en la memoria sus palabras de amor, todas las veces en las que mientras me hacia el amor me decía que estaríamos bien, que me amaba y que yo era todo para él. Lo bese con tanta devoción mientras ambos llorábamos y la sal de nuestras lagrimas eran lo que más nos unía aun estando fundidos uno en el otro. Él lo sabía, me estaba despidiendo y con cada caricia me rogaba que no lo hiciera hasta que me creyó y se permitió dormir creyendo que yo también lo hacía. Nunca pegue un ojo.

Con las lágrimas nublando mi vista Sali de mi habitación casi conteniendo el aliento para no hacer ruido, pase de puntillas por el pasillo y baje las escaleras a oscuras. Tome las llaves de la camioneta de mi padre del llavero y justo cuando atravesaba el vestíbulo una voz me hizo saltar y ahogar un grito.

– Estas cometiendo un error – me giro lentamente para encontrar a Tonny en la penumbra del comedor, sentado en la cabecera con sus brazos apoyados en la mesa y viéndome fijamente. Lucia desconsolado, como si esto le doliera y era así, porque era como un hermano para mí.

– Tengo que hacerlo, por ellos – dije mirando mis pies. Se puso de pie y camino hacia mí con el mismo sigilo que yo.

– Eres de las mejores personas que conozco, muñeca – me sonrió, pero esta sonrisa no llego a sus ojos – Sé que estas acostumbrada a actuar sola y ya no lo estas. ¿no te das cuenta de que todos nosotros haríamos lo que fuera por ti?

Sorbí por la nariz sintiendo el peso de su cariño justo en el pecho. Lo abrace con fuerza sintiendo como inhalaba y exhalaba lentamente como si estuviera conteniendo todo ese temor por mí.

– Gracias por todo, Tonny. Aunque nunca lo dije, eres un hermano para mí y me diste tanta felicidad como nunca había sentido.

– No te despidas. Esto no es una puta despedida, Em. – suspiró entre cortadamente cuando me alejé de él. Extendí la carta que llevaba en la mano y que había escrito antes de salir de mi habitación la cual juro que son más garabatos que letras.

– ¿Podrías entregársela a mi padre? – su mirada era aún más torturada que antes.

No podía despedirme de el en persona, pero merecía saber que lo amaba así que escribí lo que sentía en pocas palabras.

"Recuerda que tu niña es fuerte, que todo lo que soy y de lo que está conformada mi alma es gracias a ti. También recuerda que lo único que amo más que a las golosinas suaves es a ti y esa sonrisa que me enseñó que la vida vale la pena vivirla. Sé feliz papi, que las canciones a todo volumen los domingos nos reencuentren."

Tonny no dijo nada, solo se quedó mirando la carta como si eso es lo que lo hiciera caer en cuenta que nada ni nadie podría detenerme de mi decisión.

– Diles a todos que los amo y que siempre tendrán la parte feliz de mi corazón. Esa que recordare en los momentos difíciles ¿sí?

Trago saliva con fuerza y asintió. Sus ojos verdes vidriosos se clavaron en mí y aunque le costó un par de intentos, logro hablar.

– Lucha ¿quieres? – se pasó una mano por el pelo – Lucha jodidamente fuerte y hazle pasar un puto infierno en lo que vamos por ti.

Sus palabras encendieron en algún lugar una luz de esperanza. Le sonreí y asentí. Camine hacia la puerta y la abrí dejando que el frio de fuera me tranquilizara. Justo antes de salir lo mire por encima de mi hombro

– Encárgate de que sea feliz. – dije al fin permitiendo que las lágrimas rodaran por mis mejillas. No lo digo, pero Tonny sabe que me refiero al hombre que dejé en mi habitación y con él, mi corazón.

Tonny soltó una risa nasal torturada como si no pudiera creer lo que le estaba pidiendo y negó con la cabeza.

– No sin ti.

FIN

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