VUELVE A MI CAP. 8

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Después de hacer el amor en mi habitación, caímos rendidos sobre la cama con las respiraciones agitadas. Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas mientras Damian me juraba su amor, me decía cuanto me extrañaba y entraba en mí. Él se encargó de limpiar cada lagrima con sus labios y de hacerme saber que estábamos juntos, que jamás volvería a dejarme ir. Me disculpé y le hice saber cuánto lo amaba entre jadeos hasta que nuestros cuerpos colapsaron al mismo tiempo como si estuvieran conectados, porque lo estábamos. Después se acurrucó a mi lado y supe que pensaba pasar la noche aquí. Susan no volvería esta noche así que solo disfruté de volver a estar entre los brazos del hombre que amo.

Hablamos por horas de lo que hemos vivido durante estos meses separados. Le hable de la universidad y que, aunque es pequeña y nada comparado con la UCLA, las clases me gustan y lo más importante, nada de álgebra en las materias. También le hable de Sean y aunque hizo un gesto como si le hubieran pateado las bolas, escucho atentamente hasta que logró comprender mi amistad con él sin que tuviera que pedírselo, aun así, se burló de mi por haber estado con alguien tan idiota.

Me habló de la UCLA y lo mucho que le gustaba. Me contó del trabajo con su padre y que este le había delegado más responsabilidades conforme tenía éxito administrando de lejos los negocios anteriores y ahora casi todos los negocios de su padre estaban bajo su administración. Mi padre lo ha ayudado, ha sido su mentor en muchas ocasiones y eso hace que me duela el pecho. También me habló de lo que es vivir con los chicos y de que se arrepintió de compartí techo con Will al tercer día de que este lo despertara cantando a todo pulmón a las seis de la mañana y no dejara de hablar mientras él trabajaba en su computadora.

– Esta es la habitación de una niña pequeña – dice mientras se acomoda sobre mi cama, cubre nuestros cuerpos con las sábanas y vuelve a entrelazar sus extremidades con las mías. Pasa un brazo por mi cintura y otro detrás de mi cabeza. Yo paso una pierna sobre las suyas y entierro mi rostro en el hueco de su cuello como tantas veces antes absorbiendo la sensación de paz que me da estar así con él.

– Lo es. Crecí en esta casa desde que nací y nada ha cambiado desde entonces. – le dije con los ojos cerrados – Alguna vez la consideré un hogar. Antes de que papá se fuera y todo se convirtiera en un infierno. Ahora esta habitación es como mi guarida dentro de la prisión que es mi casa. La odio. – confesé con la nariz arrugada.

Su pecho sube y baja lentamente conteniendo sus emociones mientras me aprisiona aún más entre sus brazos.

– Nunca estas fuera de tu habitación cuando Susan está cerca – no es una pregunta. Solo está confirmando los hechos para hacerlos encajar en su mente. Niego con la cabeza con un nudo en la boca del estómago.

– Nunca estoy fuera de mi habitación. Susan casi nunca está por aquí a menos que necesite dinero para sus vicios o su novio del momento no pueda verla. Aun así, esta casa me parece sombría y cada rincón es un mal recuerdo así que evito a toda costa cualquier lugar fuera de estas cuatro paredes.

Su ceño se frunce y ladea la cabeza

– ¿Ni siquiera sales para comer algo? – pregunta, aunque ya sabe la respuesta. Hago un sonido de negación y noto como se tensa.

– En esa cocina no hay nada comestible desde hace meses. – trago el sabor de la vergüenza en mi boca, congelo una sonrisa en mi rostro con la esperanza de aligerar el ambiente y la oleada de humillación que me congela – Así que, si piensas quedarte a dormir, no esperes despertar con un gran desayuno elaborado. A menos que quieras un vaso con algún tipo de alcohol barato.

Mi intento de broma no le hizo ni la menor gracia.

– ¿Dónde te alimentas? – comenzaba a sentirme en un interrogatorio.

MANTENTE LEJOS DE MIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora