CAPÍTULO 24

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No sé cuánto tiempo estuve en esa posición hasta que un golpe en la puerta me hizo volver a la realidad.

– Em, por favor, abre la puerta.

Reconocí la voz rasposa de Damian. No contesté, me quede inmóvil y sin hacer el más mínimo ruido hasta que escuche como sus pasos se alejaban, después de insistir un par de veces más. Me levanté del piso y me dirigí hacia el baño. Tomé una larga ducha caliente para destensarme y poder dormir. Sali del baño unos minutos más tarde y me puse mi camisón de franela rosa, con gatitos estampados, que mi padre me regaló. Cepillé mi cabello y me prohibí seguir llorando, encontraría una solución y hasta entonces todo seguiría como hasta ahora. No quería más que estar sola hasta que la ira se esfumara así que tomé mis audífonos y puse a AC/DC a todo volumen. Me tiré sobre la cama y cerré los ojos hasta quedarme dormida.

Sentí como la cama se hundía a mi lado y un brazo fuerte y cálido me rodeaba por las costillas. Su aroma inundó el ambiente y lo reconocí enseguida con la oleada de electricidad que recorrió mi piel. Abrí los ojos de golpe, pero no moví ni un musculo. Recargó su barbilla en el hueco entre mi cuello y mi clavícula. Su aliento en mi mejilla me hizo estremecer y por un segundo olvidé lo molesta que estaba.

– Lo siento, soy un idiota. – Susurró Damian en mi oído.

– Lo eres. – Contesté sin ganas.

– Em, ¿Podemos hablar de lo que sucedió?

– ¿No decías que mostrarle tus puntos débiles a las personas ocasionaba les daba armas para que te destruyeran? – pregunté aun sin moverme.

Damian me atrajo hasta él y me abrazo con más fuerza.

– Entonces, tienes mi autorización para destruirme. Puedes hacerme pedazos si quieres, pero no te alejes de mí. – escuché su voz entre cortada y como pasó saliva con dificultad.

Me giré para verlo directo a los ojos, podía ver el arrepentimiento y desesperación en ellos. Tomé su mejilla con mi mano y la acaricié.

– Las personas que te aman no te destruyen y yo te amo, Damian.

Damian me sonrió débilmente y suspiró.

– Ven, iremos a dar un paseo – dijo mientras se ponía de pie.

– ¿Ahora? – miré mi móvil para ver la hora – ¡Es la una de la mañana! – achiqué los ojos en su dirección – Espera ¿Cómo entraste a mi habitación?

Damian se encogió de hombros.

– Es uno de los beneficios de que uno de mis mejores amigos viva con mi novia.

Iba a matar a Tonny por la mañana.

Antes de que pudiera negarme, Damian me tomó entre sus brazos y me colgó sobre su hombro. Ahogue un grito y el golpeo mi trasero con su palma.

– Si no guardas silencio, tu padre nos escuchará y entonces si tendremos graves problemas – dijo divertido.

– Damian, no llevo nada debajo de mi camisón. – dije mientras intentaba cubrir un poco más mi trasero.

–Por mucho que intentes seducirme, no funcionará e iremos a dar ese paseo, dulzura.

Bajó las escaleras haciendo el menos ruido posible y salimos de la casa. Seguía sobre su hombro, descalza y con solo un camisón sobre mi cuerpo. Llegamos a su todo terreno y me bajó con delicadeza sobre el asiento del copiloto, paso sobre mi para abrochar el cinturón de seguridad y antes de salir, me dio un beso fugaz en los labios. Subió del lado del conductor y arrancó.

Después de conducir por veinte minutos, llegamos a la playa donde siempre íbamos los jueves. De noche se veía más imponente, solitario y hermoso. Las estrellas cubrían el cielo y las olas del mar chocaban en la orilla haciendo un sonido relajante. Damian frotó sus manos sobre sus jeans mostrando lo nervioso que estaba. Tomó aire y lo expulsó de golpe.

MANTENTE LEJOS DE MIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora