• Fantasmas del pasado

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La firma de abogados "Lascurain & Meade Abogados" celebraba su trigésimo aniversario. Reconocida mundialmente por sus casos de alto perfil y su enfoque innovador en la práctica del derecho, la firma era liderada por las hermanas Isabel y Mayte Lascurain, junto con Fernanda Meade, esposa de Mayte y mejor amiga de Isabel.

La sala estaba llena de socios, clientes, empleados y amigos cercanos. Meseros con bandejas de copas de vino, champán y whisky se movían con gracia entre los invitados. La decoración era sofisticada, con centros de mesa florales y luces doradas y plateadas que iluminaban la gran sala de eventos. Las paredes de cristal y los elegantes candelabros colgantes creaban un ambiente lujoso. Los murmullos de las conversaciones y las risas se mezclaban con la suave música de fondo, tejiendo una atmósfera de celebración y éxito.

A medida que avanzaba la noche, Mayte, Isabel y Fernanda subieron al escenario para dar su discurso. La multitud aplaudió mientras se preparaban para hablar, sus rostros reflejando una mezcla de orgullo y emoción.

Mayte fue la primera en tomar el micrófono. Miró a los presentes con una sonrisa y habló con voz firme y segura. "Bienvenidos todos a esta noche tan especial. Hace treinta años soñamos con hacer esto posible y hoy, gracias al arduo trabajo y compromiso de cada uno de ustedes, hemos logrado convertir ese sueño en una realidad. Estoy orgullosa de lo que hemos logrado juntos y emocionada por lo que el futuro nos depara".

La multitud aplaudió mientras Mayte, con una sonrisa, le entregaba el micrófono a Fernanda. "Quiero expresar mi gratitud a todos nuestros socios, empleados y amigos que han sido parte de esto. Su apoyo y confianza han sido fundamentales para nuestro éxito. Brindemos por muchos años más".

Otro aplauso llenó la sala mientras Fernanda pasaba el micrófono a Isabel. "Solo puedo agradecer por estos años tan exitosos y difíciles, porque no todo es fácil en esta vida. Pero con el amor que le hemos puesto a esto, todo ha fluido de maravilla".

Los aplausos resonaron nuevamente mientras las tres mujeres levantaban sus copas y brindaban. La celebración continuó, y la música y las risas se mezclaban en el aire, llenando el lugar con una energía vibrante y positiva.

Isabel, sintiendo la necesidad de un momento de tranquilidad, se alejó de algunas personas y se dirigió a la barra para tomar una copa de vino blanco. Mientras bebía y observaba a la multitud, se sumergía en sus pensamientos. De repente, un hombre apuesto se acercó a ella, rompiendo su trance y haciéndola dar un pequeño salto.

"Lo siento, no quise asustarte", dijo el hombre, con una sonrisa tímida y genuina.

Isabel, recuperándose rápidamente, sonrió de manera coqueta. "No te preocupes... Nunca te había visto. ¿Cómo te llamas?".

"Alejandro", respondió él con una sonrisa, estrechando su mano con la de ella. "No he podido dejar de mirarte desde que llegué. Eres una mujer muy hermosa".

Isabel rió suavemente y lo detalló con la mirada, apreciando su porte elegante y su aire de confianza. "Mucho gusto, Alejandro. Soy Isabel Lascurain".

"Lo sé. Eres una mujer importante y te he visto en fotos, pero debo decir que eres aún más hermosa en persona".

"Eres bastante coqueto, Alejandro, pero me agradas. Espero que no seas así con todas", dijo Isabel, mirándolo profundamente.

Isabel y Alejandro siguieron conversando mientras, a lo lejos, Mayte y Fernanda observaban la escena.

"Otra vez coqueteando", murmuró Mayte, un poco molesta. "Debería buscar algo serio y no vivir coqueteando con cada hombre que se le acerca".

Fernanda, sonriendo, la abrazó por la cintura y le susurró al oído: "Tal vez este sea el afortunado. No la sobreprotejas tanto. Isabel es adulta y sabe lo que hace".

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