La caja de Pandora

• Mi pasado

¡Hola! Antes de que empiecen a leer, quiero recordarles lo que les dije en el primer capítulo: algunos personajes, como sus familiares y amigos, tendrán nombres diferentes a los de la vida real, pero siguen siendo ellos mismos. Se lo recuerdo porque a partir de este capítulo, conocerán más sobre ellas y sus familias, y no quiero que se confundan.
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En algún punto de la reunión, Mayte sintió el peso del cansancio caer sobre ella. El bullicio de sus amigas comenzaba a resultarle agotador. Disculpándose amablemente, se levantó de su asiento y anunció que subiría a su habitación a descansar. Las amigas la despidieron con afecto, entendiendo su necesidad de reposo. Fernanda le dedicó una sonrisa y un guiño, decidida a quedarse un rato más con sus amigas.

Las charlas se tornaban profundas por momentos, con confesiones y lágrimas, solo para luego ser interrumpidas por risas. Poco a poco, una a una, las amigas comenzaron a despedirse, hasta que finalmente Fernanda se encontró sola.

Fernanda soltó un suspiro y comenzó a recoger el desorden dejado por la reunión, tomándose su tiempo hasta que la casa quedó más decente. Con todo ordenado, subió las escaleras hacia su habitación, bostezando por el sueño que comenzaba a invadirla.

Al entrar, vio a Mayte profundamente dormida, y sonrió tiernamente. Se acercó a ella con cuidado, le dejó un beso en la frente y se dirigió al baño para prepararse para dormir. Lavó su rostro, se quitó el maquillaje y se puso su pijama.

De vuelta en la habitación, se deslizó silenciosamente bajo las sábanas junto a su esposa. Mientras se acomodaba, vio que la pantalla de su celular se encendió con una notificación. Intrigada, lo tomó y vio que era un mensaje de un número desconocido.
Frunció el ceño, sintiendo una punzada de nerviosismo. Tragó grueso y suspiró antes de abrir el mensaje.

Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando vio la imagen: una foto de ella con su familia, al lado de un recorte de periódico sobre la desaparición de su hermana mayor, Ana. Su corazón comenzó a latir con fuerza y el aire pareció faltarle mientras sus manos temblaban. Cerró los ojos, dejando que los recuerdos de aquella época la inundaran.

Flashback, 1980

La noticia de la desaparición de Ana cayó como un balde de agua fría sobre la familia. Los primeros días fueron un torbellino de emociones. Sus padres no se preocuparon demasiado, pensaron que se había escapado con algunos amigos, como toda adolescente rebelde que era.

Fernanda no podía aceptar la resignación de sus padres, le afectaba ver como no movían ni un dedo por buscarla, era como si ellos quisieran que no regresara nunca.

"¡No pueden simplemente olvidarse de ella! ¿Están locos?", gritó Fernanda desesperada, con lágrimas en los ojos, enfrentando a sus padres.

"¡Basta, María Fernanda! Esto es lo mejor para todos", le respondió su madre enojada, con su expresión endurecida, mirándola firmemente.

"¡No es justo! ¡Ella es tu hija! ¡No puedes hacer esto!", insistió Fernanda, con la voz rota por la desesperación. Cada vez más su furia aumentaba.

"¡Ya, María! A partir de este momento para todos, Ana está felizmente casada y viviendo en otro país. Nadie puede enterarse que está desaparecida", intervino su padre, su voz llena de una fría determinación.

"¡No entiendo cómo pueden ser tan crueles con su propia hija!", gritó Fernanda, sin poder contener su dolor, sintiendo que su poco a poco su mundo se desmoronaba.

La respuesta de su madre fue una cachetada que resonó en la habitación. Fernanda se acarició la mejilla, sorprendida por la reacción de su madre. Su llanto se hizo más fuerte, sintiendo el fuerte ardor de su mejilla.