• La caja

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27 de mayo de 2002

El cumpleaños número cuarenta y tres de Isabel llegó, y Mayte y Fernanda decidieron planearle una sorpresa especial. Llegaron temprano a la casa de Isabel, listas para decorar y recibir a los amigos invitados. Andrés, el cómplice en la sorpresa a su esposa, se encargó de mantenerla distraída hasta que todo estuviera listo. Con la ayuda de las empleadas, Mayte y Fernanda comenzaron a decorar el amplio y hermoso patio trasero de la casa. Colocaron globos, guirnaldas resplandecientes y mesas decoradas con arreglos florales.

Mayte, con su meticulosa atención a los detalles, recordó que su cuñado le había mencionado sobre un regalo especial para Isabel, escondido en el clóset de la pareja. Le había pedido que lo buscara y lo trajera para la sorpresa. Con una mezcla de curiosidad y determinación, Mayte se dirigió al dormitorio principal, abrió el clóset y comenzó a buscar entre las cosas. Pronto, sus ojos se posaron en una caja oculta detrás de algunas maletas. Suponiendo que era el regalo, decidió sacarla. Sin embargo, al observarla más de cerca, notó que no parecía un regalo. La curiosidad la invadió y decidió abrirla.

Al levantar la tapa, una ola de recuerdos y emociones la golpeó con fuerza. Dentro de la caja, había fotos de Isabel con Rodrigo, tomadas en la época en la que eran novios. Mayte las fue viendo una a una, notando la alegría genuina en los ojos de su hermana. Recordó con amargura las muchas veces que había discutido con ella sobre Rodrigo, por la desconfianza que él le producía.

Dejó las fotos a un lado y encontró una colección de cartas, atadas con una cinta descolorida. Con manos temblorosas, desató la cinta y comenzó a leer. Cada palabra escrita por Rodrigo dejaba en claro el amor y la obsesión que sentía por Isabel. Mientras leía, un objeto pequeño y brillante cayó de una de las cartas. Al recogerlo, Mayte vio que era el anillo de compromiso con el que Rodrigo había propuesto matrimonio a Isabel. Era un anillo sencillo pero hermoso, y al verlo trajo de vuelta una avalancha de recuerdos. Recordó la noche en que Rodrigo pidió la mano de Isabel y cómo ella había estado tan emocionada y feliz. Pero más que nada, recordó la terrible noche en la cabaña.

La respiración de Mayte comenzó a acelerarse. Podía sentir la ansiedad envolviéndola, sus manos sudorosas y temblorosas. Se sentó en el suelo del clóset, sintiéndose atrapada en cada recuerdo, y cerró los ojos, intentando calmarse. Poco a poco, su respiración se fue normalizando, aunque las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas.

Cuando se sintió un poco mejor, guardó cuidadosamente todo en la caja, la cerró y la dejó a un lado. Se limpió las lágrimas, se levantó y continuó buscando el regalo de Isabel. Al encontrarlo, lo agarró y, con la caja de recuerdos en la otra mano, bajó hasta la sala.

Al verla, Fernanda se le acercó con una sonrisa. "¿Encontraste el regalo, amor?", le preguntó, observando las cajas en sus manos.

Mayte asintió y se lo entregó. "Ponlo afuera con los otros regalos, por favor", dijo, su voz aún temblorosa por la reciente experiencia.

Fernanda lo tomó, pero su mirada se desvió hacia la caja extraña que Mayte todavía sostenía.

"¿Y esa caja?", preguntó, inclinándose ligeramente hacia adelante, con curiosidad evidente en sus ojos.

"Después te cuento", respondió Mayte, esforzándose por mantener la serenidad en su voz y ocultar su furia.

Fernanda asintió y salió hacia el patio para dejar el regalo. Mayte se dirigió a su auto y dejó la caja en el maletero. Luego, fue al patio y se unió a Fernanda en la decoración. Mientras colgaban las últimas guirnaldas, los primeros invitados comenzaron a llegar. La tarde transcurrió entre risas, música y la calidez de los amigos cercanos, a la espera de Isabel.

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