16 - Sebastián

141 16 1
                                    


No esperaba que Tori respondiera de inmediato. Mentira, eso era justo lo que esperaba. Creía que era como Alina que se la pasaba pegada al celular, sacudí la cabeza. Claro que no, ella no se le parecía en nada a mi ex. Y no era justo que empezara a hacer suposiciones ni comparaciones, pero es que... ¡Aggg! Fue inevitable imaginar qué era lo que podría estar haciendo, ¿durmiendo? No, era muy temprano aún, apenas pasaban de las ocho. ¿Estaría con alguien... más?

Un nudo se me instaló en la boca del estómago. Increíble que después de tanto tiempo de negarme a caer en la red cizañosa que Mateo tejió con tanto esmero, esta al final se estirara lo suficiente para alcanzarme.

Observé mi mensaje una vez más, aún pendiente de respuesta, antes de guardarme el celular en el bolsillo trasero del pantalón. Me sabía mal haberle escrito "preciosa", no porque no lo fuera, sino porque no era algo que yo diría. Ese tipo de adjetivos eran más del estilo de Gabriel, no me costó imaginarle pronunciándolo con ese tonito pretencioso que a Diego y a mí nos partía de la risa.

Terminé de preparar la jarra de clericó que Maité había solicitado para la mesa tres, dejándola sobre la barra de madera.

—¿Estás bien, Sebas? —preguntó ella, luego de que sus dedos se enroscaran alrededor del mango de cristal.

—Sí, bien.

Su mirada se mantuvo fija en mi rostro, buscando quizá algún atisbo de duda. Si pensaba desmentirme, algo la hizo cambiar de opinión. Le restó importancia con un gesto afirmativo de la cabeza, para después salir a la terraza.

Al no tener más bebidas pendientes por preparar a mi cerebro le fue fácil volver a martirizarme con las posibles razones por las que Tori no me respondía aún. Era como tener una carrera de caballos en la cabeza, de momento la que iba ganando era porque había cedido a mis impulsos.

No me arrepentía ni de besarla ni de todo lo que pasó después. La forma deliciosa en que sus músculos se contrajeron alrededor de mis dedos, su respiración entrecortada, los gemidos que, por alguna razón, no se permitió expresar en voz alta.

Conforme más lo repasaba, más me convencía de que ese era el motivo de su falta de interés. ¿Y si Mateo tuvo razón todo este tiempo? ¿Y si Tori solo usaba a los hombres para darse placer?... No es que me molestara dárselo, al contrario, yo quería seguir proporcionándoselo, hacerle toda clase de cosas, besarla donde nunca la hubieran besado, probarla hasta hartarme de ella y su sabor, memorizar su cuerpo a conciencia.

Suspiré.

No era solo eso. Yo no quería ser uno más de la larga lista de hombres que pasaron por su cama. Yo... yo quería conocerla, salir con ella, no solo una vez. Quería saber quién era, lo que soñaba, lo que la asustaba. Cuáles eran sus ambiciones, qué la hacía feliz, qué...

Una vibración me sacudió el trasero. Con los dedos algo temblorosos lo saqué del bolsillo y... ¡era ella! Maldita sea, era ella. De verdad me había respondido.

Cálmate, respira, tranquilo.
No sabes ni qué dijo, no sabes si quiere verte, no sabes si...

Deslicé el dedo por la pantalla paradesbloquearlo, pulsé el icono verde de WhatsApp. Contuve el aliento y leí:

Tori: Me parece que ahora los tengo XP

¿Eso era un sí? ¿O es que alguien más reservó un hueco en su agenda? ¡Dios! Estaba oxidado en esto del coqueteo, ¿qué responde uno a eso?

Entiendo, ¿la próxima semana?

Lo borré.

No, no pensaba esperar tanto tiempo para volver a verla.

Número equivocadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora