38 - Sebastián

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Seguí a Romi a su despacho, sumido en un trance del que no fui consciente hasta que la puerta se azotó a mi espalda. Creo que mis demás parientes estaban despachando a los invitados, ofreciendo disculpas o anunciando que el show había terminado.

Mi abuela me llevó hasta el escritorio, donde retiró una de las sillas delanteras para pedirme que me sentara. Cuando lo hice, ella lo rodeó e hizo lo propio en la suya. Abrió un cajón, sacó dos caballitos que llenó hasta el tope de tequila. Bebió uno de ellos, se recargó en el respaldo y luego, para mi sorpresa, estalló en una sonora carcajada que terminó de espabilarme.

—¿Romi?

Atrapó un par de lágrimas que se le habían escapado, señaló el otro caballito. Esperó a que lo vaciara y mientras volvía a llenarlos dijo:

—Esta, sin duda, es la mejor reunión Ruiz de los últimos años.

Era oficial, mi abuela había perdido la cabeza. Se había vuelto loca.

—Sí, díselo a mi mamá.

—Ceci lleva varios años queriendo enfrentar a Antonio, quizá incluso hasta dejarlo.

—¿Hablamos de la misma persona? Si mi mamá ya sabía que la engañó y no lo dejó, no lo hará ahora.

—Bueno, antes nadie lo sabía. Ahora que es público, creo que el peso de la opinión ajena le dará el valor necesario. El mismo que le faltó cuando Diego murió.

—Si te soy honesto, Romi, me importa una mierda el matrimonio de mis padres.

—¿Qué hay de lo demás? ¿Te molesta que tu novia haya compartido algo con Antonio? —Su pregunta no era por malicia, sino de auténtica curiosidad.

—No, ya sabía que estuvo con alguien mayor.

—Sí, pero no que ese alguien era tu papá.

—No me importa, se lo dije una vez y se lo volvería a decir. Lo que haya hecho antes de mí es cosa suya. Lo que pase de ahora en adelante es nuestra.

Romi saboreó mis palabras. Una de las manos que descansaban sobre su regazo se despegó de la otra para abrir uno de los cajones.

—Háblame de la lista, Sebas.

—Romi..., no tengo tiempo para esto ahora. —Cuando amenacé con levantarme su expresión me dejó claro que no me atreviera.

—La lista, Sebas. ¿Viaje improvisado?

Suspiré resignado. Bien, le daría el gusto y cuanto antes terminásemos con esta tontería, antes podría subir a buscarla.

—Sí, llevé a Tori en nuestra primera cita a las cascadas de Huaxtla.

—¿Comiste algo que nunca hubieras probado?

—Sí, la esposa de mi jefe preparó un platillo exótico que no estaba nada mal.

—¿Dormiste bajo las estrellas?

Oh, yo había hecho más que dormir.

—Sí, una lluvia de estrellas, de hecho. Una sorpresa de Tori.

—¿Bailaste en público sin que importara quién te viera?

—Sí, con Tori.

—¿El tatuaje?

—Terminaron por ser dos. —Le enseñé el reloj de arena junto con una breve explicación del porqué.

—¿Pediste perdón y perdonaste?

—Sí. —Pensé en Mateo y en la maldita pelea que tuvimos luego de que insultara a Tori. Después recordé que también me había disculpado con Alina hacía un momento y hasta con Tori, varias veces.

Número equivocadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora