SONIDO 22

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Por la mañana me llega un mensaje de Cristian "Once de la noche en punto, en la casa del señor Williams" mi corazón se hace pequeño, una notificación que no quería que llegara. El día anterior vino Cristian y me dijo lo que tenía que hacer, casi le parto su madre por venir a decirme que mi nuevo trabajo iniciaba al día siguiente, que solo me avisaría la hora. Y es que, me sentí humillado, no es algo que deseé, pero la llamada de mi padre, me hace recapacitar y si es la única forma de tener las manos limpias, con dinero y sin ir a la cárcel, supongo que no hay muchas opciones para mí.

Solo que supongo que su visita tiene sentido cuando me dice que hay una regla básica y única para estar con el señor Williams.

-No puedes hablar.

- ¿Qué?

-Ni una sola palabra.

- ¿Acaso pensabas que le iría diciendo cómo me gusta o si lo está haciendo bien?

-No, no es por eso, no puedes hablar, tus gemidos, jadeos, expresiones, mentadas de madre u lo que se te ocurra, te los callas, hablo en serio Jan, no puedes decir ni una sola palabra, ni sonido alguno.

Pienso en mi cabeza el motivo de ello, aunque la verdad si pensaba mentarle la madre, ante todo, pero Cristian está serio, molesto y es sin duda una advertencia. Por lo que, no pretendo hacer un trabajo por el cual, por dicha falta no me vayan a pagar, eso sí sería mucho peor. Así que solo asiento, hablamos de los gastos de la casa, que gratamente no son muchos, y se va.

Son las diez de la noche, debo estar a las once con el señor William, pero simplemente no puedo, tengo sexo con extrañas, sé cuidarme, pero muy pocas veces he repetido con la misma persona, solo que esta vez todo es diferente.

Salgo del departamento, bañado, arreglado y oliendo bien, sé que esto sigue siendo trabajo, pero literalmente me siento un puto. Amedrentando a la gente, podía sacar toda la frustración que llevo dentro, eso estaba bien para mí, pero en verdad quiero regresar a casa, no quiero llegar cuando el único motivo sea, el que mi madre haya fallecido, no quiero eso, quiero cuidarla, estar con ella, platicarle, que ambos, mi padre y mi madre se sientan orgullosos de mí.

Sigo yendo a terapia, el psiquiatra los primeros días me dijo que, el primer paso ya lo había dado, que eso es una motivación, que podré lograrlo, aunque quedarme sentado en un sofá me hace sentir que pierdo el tiempo y el dinero, pero es agradable el señor y puede decirse que me cae bien.

No le conté de mi ahora nuevo trabajo, porque siento cierta humillación, pero sé que es algo de lo que no tengo escapatoria. Cuando me vio con los golpes, hablamos del tema y del querer salir de esto.

Sin embargo, me cuesta tanto trabajo llegar a mi destino que sé que por cuenta propia no lo lograré. Así que, camino por las calles y entro a un bar, sé que me están siguiendo, no es Cristian, pero estoy seguro que no tardará en llegar.

Voy directo a la barra, me siento y pido una botella de whisky y un vaso. Saco la tarjeta y se la entrego al barman.

- ¿Te pediré taxi?

-No, estoy seguro que vendrán por mí.

- ¿Tendremos problemas?

-No, en cuanto vengan por mí, me iré.

El barman asiente y toma la tarjeta, después me entrega la botella y un vaso, acompañado de una hielera repleta de hielos. Uso las pinzas y le pongo hielo al vaso, sirvo la botella y empiezo a tomar, la música es buena, los primeros cuatro vasos me los tomo de golpe, la garganta me quema bastante, pero, aunque muevo mis pies siguiendo el ritmo de la música, intento olvidar lo que debo hacer, así que, sigo tomando una tras otra, siento por momentos náuseas, no quiero seguir bebiendo, pero solo ebrio podré hacerlo.

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De qué otra forma se hubieran imaginado que llegaría a hacer su trabajo???

Gracias mis lunitas por seguir leyendo!!!

EL SONIDO DE TU VOZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora