Regreso a casa, entro despacio, lo que menos quiero es que el de la renta sepa que he llegado, no enciendo luces ni nada, me voy directo a mi recámara, me quito la ropa, la pongo en el bote, debo lavar ropa, pero necesito dinero primero, me meto a bañar, pego gritos ahogados cuando el agua, limpia la sangre seca y llega a arderme donde tengo abierto.
Salgo de la ducha, me miro en el espejo y curo mis heridas, sé por demás que así nadie me contratará, tal vez debería controlar mi carácter, dejar de gritar y agredir a cualquiera que me mire mal, tal vez...
Me meto a la cama, pasan cerca de quince días donde nadie más me da trabajo, solo con verme saben que soy busca pleitos, les he dicho que me han asaltado y que por eso busco con más urgencia empleo, pero nadie me cree.
Son cerca de las siete de la mañana, me despierto de un brinco cuando el casero está por tumbar la puerta, me levanto, me visto, tomo mi cartera, no tengo lo suficiente, me pongo una gorra y abro la puerta, el rentero casi me golpea la cabeza.
-La renta o te largas.
-Voy al trabajo, voy tarde, mañana hablamos por favor.
-Que te lo crea tu abuela, o pagas o te largas.
No le digo nada, me hago a un lado, cierro la puerta y paso junto a él, me grita no sé cuántas groserías, pero intento no escucharlo y me voy.
Solo que cuando salgo de esa zona, no sé qué hacer, ni a dónde dirigirme.
Llega el anochecer, he buscado empleo de lo que sea, lava loza, ayudante en general, cajero, mesero, lo que sea, pero todo son negativas, el pómulo sigue morado, el labio roto, todo ha cerrado, pero no puedo engañar a la gente.
Me he quedado en el parque la última hora, tomo un par de monedas y voy al teléfono público que hay en la esquina, marco el número, suena un par de veces y el sonido de la moneda cae.
-Diga.
-H-hola papá, soy yo.
- ¿Tienes el descaro de llamar?
-Papá, por favor... nunca fue mi intención lastimar a nadie, déjame regresar, por favor.
-... Lamentablemente te conozco bien, no duraste ni un año... no tienes trabajo, ni dónde quedarte ¿No es así?
-Te prometo portarme bien.
-Dime una cosa, si abro la puerta y te veo... la cara, las manos, ¿Las tienes limpias?
- ¿Limpias?... ¿A qué te refieres?
-A lo que se te venga a la mente, a que no has golpeado a nadie, que no están pelados tus nudillos, que no tienes la cara moreteada, el labio roto, que no has matado a golpes a nadie.
-... No he matado a nadie... ni mandado al hospital, lo juro.
- ¿Tienes golpes, moretones, gasas, tienes limpia la cara, las manos?
-... papá... por favor...
-Lo sabía.
-Papá, haré lo que me digas.
- ¿De verdad piensas que dejaré que tu madre te vea así? ¿Quieres matarla de una angustia? Ella sigue creyendo que has cambiado, pero siempre le he dicho que no es así, para todo peleas, para todo agredes, contigo no se puede hablar.
-Prometo que no causaré problemas.
-Cuando tengas un trabajo, cuando tus manos y cara estén limpias, entonces regresas. Antes no.
-Papá... no tengo dónde dormir hoy... no quiero dormir en la calle. Por favor.
-... busca un refugio.
Y colgó, cuelgo por igual el teléfono y en la misma cabina me encuclillo, no puedo parar de llorar, no puedo recriminarle nada, no puedo enojarme con él, porque todo esto, me lo he buscado yo. No me controlo, todo el tiempo soy yo.
Salgo de la cabina y el señor de mirada fría está en el parque, con los mismos audífonos mirándome a lo lejos, no creo que sea coincidencia, me limpio las lágrimas con el dorso de la mano, busco al otro señor y está a unos metros por igual.
Un nervio me recorre por todo el cuerpo, el pecho me presiona, pero me doy la vuelta y regreso a casa, veo la hora y pasan de las doce, por lo que más miedo me da, el hecho que esos dos me miren a lo lejos, no debe ser bueno.
Cuando llego a mi departamento, cierro los ojos y suelto más el llanto, tomo la llave e intento entrar, pero no, han cambiado la cerradura, mis pocas pertenencias están en el pasillo, bien acomodadas, no puedo ir y reclamarle nada al rentero, cuando sé bien que hoy debería pagar dos meses de renta y que, sin trabajo, no tengo para hacerlo.
Por igual, pese a todo, mi ropa está en una maleta y la otra en una caja que no es mía, así que se ha tomado el tiempo para guardar todo de manera correcta, que sé que es para que no le reclame nada, no quiere problemas conmigo, lo sé.
Tomo mi maleta y la caja que está atada con un cordón y salgo de ahí, solo que no sé a dónde ir.
Veo a lo lejos al mismo tipo, aun con miedo me acerco.
- ¿Qué quiere de mí?
-Ayudarte, ya te lo he dicho.
- ¿¡Qué quiere de mí!?
-El señor Williams quiere que trabajes para él. Solo te pide que vayas a su casa, leas las propuestas que tiene para ti y si estás de acuerdo con alguna de ellas, te quedes con el empleo, solo eso.
-Me han estado agobiando.
-No, no nos malinterpretes, solo vemos a lo lejos que tienes problemas, ya te hemos ayudado en algún momento, fue por coincidencia que mi jefe te vio por primera vez, has pasado por muchas cosas, él solo quiere que realices algunos trabajos, te está ofreciendo un trabajo.
- ¿Por qué yo?
-Eres joven, tienes aptitudes para lo que él necesita, solo te pide una noche para que leas el contrato, si te conviene aceptas sino, vuelves a tu vida. Para como lo veo, no pierdes nada.
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Me suena a propuesta indecorosa jajajaja
Cuando no se tiene ni un peso en la bolsa, se siente muy feo :( entra uno en desesperación y no sabes qué hacer, me imagino a Jan todo desesperado y afligido.
Cómo vamos??? Quejas, sugerencias, al departamento de atención a clientes jajaja
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EL SONIDO DE TU VOZ
Ngẫu nhiênJan Parkin un chico problemático, incapaz de controlar la ira. Scott Williams un hombre que no tolera el descontrol. Uno debe aprender que las cosas no se resuelven con violencia. El otro que no puede tener el control de todo. Ambos vivirán circuns...