SONIDO 26

24 3 6
                                        

Toco a la puerta y mi padre me mira, me sonríe algo nervioso, le sonrío igual.

-Pastel de zanahoria, de la pastelería que le gusta a mamá. –Le extiendo la bolsa, él la recibe y antes que diga o haga algo, le muestro mis manos, me levanto el cabello, para que vea que en el nacimiento del cabello o frente no hay gasas, me arremango las mangas y le enseño mis brazos por todos lados. Y lo miro de forma interrogante y ahora me sonríe más feliz, mi sonrisa también se ensancha y lo abrazo, ambos reímos un poco.

- ¿Norman? ¿Dónde estás?

-Querida, mira quién vino a visitarnos.

Mi madre estaba de espaldas buscando a mi padre en la cocina, pero una vez que se gira y me mira, sus ojos se le empañan, yo camino despacio hacia ella, no planeo espantarla, ni que mi padre piense que, soy violento. Y cuando estoy justo frente a ella se suelta a llorar, yo solo, la abrazo fuerte, pero sin lastimarla.

-Te he extrañado mami.

Ella llora más abiertamente y rodea mi cuello con sus brazos, debo encogerme un poco para abrazarla, pues soy más alto.

-Todo está bien, no llores, no quiero que te enfermes. –Ella se separa y limpia mis lágrimas, me sonríe llorando.

-Estoy bien, tu padre me ha cuidado mucho ¿Verdad Norman?

Giramos a ver a mi padre, el cual por igual limpia sus lágrimas y se une a nosotros, los abrazo a los dos, los tres lloramos, estoy sumamente feliz en este momento.

Después de un par de minutos los tres estamos en la mesa comiendo lo que mi padre ha preparado.

- ¿Cómo has estado hijo? –Me pregunta mi madre.

-He estado trabajando, me ha costado acoplarme, pero voy bien.

- ¿Te pagan lo justo?

-Sí, estoy en un pequeño departamento, pero no me falta nada y puedo pagarlo bien.

-Eso me alegra. ¿Volverás algún día?

Mi padre se acomoda en la silla, sé que debo ir con calma, si fuera por mí, le diría a mi madre que quiero volver y hacer las cosas mejor, pero sé que es muy pronto para mi padre, debo demostrar primero que estoy estable y que haré lo que me pida.

-En cuanto esté más estable sé que lo lograré, por ahora debo seguir trabajando, demostrarme a mí mismo que puedo hacer las cosas mejor, puedo venir la otra semana o a fin de mes.

-Eso me alegra mucho.

-Vendré cuando papá me lo permita.

-Es tu casa hijo. –Me dice mi madre angustiada.

-No mami, es casa de papá y voy a respetar sus reglas, haré lo que él me pida, aquí viví siempre, pero ya estoy grande, debo hacerme responsable y es lo mejor para todos, por ahora quiero seguir comiendo lo que ha preparado papá, disfrutar de su compañía y más tarde regresar a trabajar.

- ¿Trabajas por las noches?

- ¿En qué trabajas?

Dos simples preguntas que me dejan sin respuesta, pero cuando mi padre frunce el ceño, reacciono.

-Trabajo con un señor que tiene problemas para escuchar... es bueno, hago algunos deberes de, oficina, papeleo, audios para contestar, pero lo ayudo por las noches.

-Ah ya veo, él trabaja en la mañana y tú lo ayudas por las noches.

-Sí, cuando su trabajo termina, justo así.

-Me alegra, te ves bien hijo.

-Sí mamá, estoy bien, tengo un trabajo, pago mis cuentas, tengo dónde vivir y voy a terapia, mi psiquiatra me ha ayudado mucho, he sacado el estrés de otra manera y aunque debo tomar medicina, me dijo que no será para siempre, que lo estoy haciendo bien.

-Y es verdad hijo, veo un gran cambio en ti, nos pondremos de acuerdo en tu siguiente visita, para que no interfiera con tu trabajo.

-Gracias papá.

Suena mi teléfono, el del trabajo y lo saco, es una notificación "Hoy a la una" siento un ligero dolor en el estómago, un nervio de no querer hacer lo que tengo que hacer.

- ¿Todo bien hijo? –Reacciono y sonrío.

-Sí, mi jefe me ha dicho que debo trabajar. –Les muestro el celular.

-Williams, asistente de Williams, así se apellida. Realmente es tarde. –Mi padre ve el nombre en el identificador de llamadas.

-Sí se llama Cristian, es el asistente del señor Scott Williams. Lo sé, pero es la única hora en la que él puede, nadie dijo que era un trabajo fácil.

Todos reímos un poco, aunque el dolor de estómago se incrementa un poco. Al cabo de una hora más, salgo de la casa de mis padres, con muchos besos y abrazos de mi madre, con una mirada de súplica de mi padre, pero al final nos abrazamos y parto al primer bar que encuentro. 

.

.

.

.

.

Imaginaron así la visita a casa de los padres de Jan?

Poco a poco el papá de Jan también deberá confiar en él.

Gracias por seguir leyendo!!!

EL SONIDO DE TU VOZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora