Me despierto con un enorme dolor de cabeza, con el estómago revuelto y muchísima sed. Estando en el baño me miro al espejo, dejo mis manos descansando en el lavabo, tengo un solo chupetón en el hombro derecho, nada más, no hay indicio de que lo que hice anoche, nada, más que la cruda realidad, porque hasta para eso, el trasero no me duele en lo absoluto, el señor Williams me deja claro que sabe coger.
Después de tomar agua, darme una ducha y tomar un par de aspirinas, regreso a mi cama y sigo durmiendo, no tengo idea de cómo llegué a mi casa, todo está tal y como lo dejé.
Una semana más pasa, no tengo noticias de Scott, por un solo segundo me pregunto si hice un buen trabajo, me boto de la risa al pensar semejante estupidez, soy bueno en la cama, siempre dejan su teléfono, aunque claro, simplemente no es lo mismo.
Mis costillas están bien, los golpes y moretones han dejado de doler, aunque la piel sigue un poco sensible, y por espacios tengo como una sombra, pero sin que parezca del todo moretón, las manos no están peladas, si acaso un poco rojas, pero no pareciera que son golpes, más bien, como cuando uno lava muchos trastes y la piel queda sensible.
Así que le llamo a mi padre, me siento feliz, no solo de llamarle, sino de poder tener dinero para el mismo teléfono, sí, con un trabajo que me ha mandado al hospital, que ahora me hace sentir confundido y temeroso de una nueva llamada o mensaje, pero que, al fin y al cabo, me mantendrá fuera de peligro, de alguna manera.
-Hijo.
-Hola papá. ¿Cómo estás? ¿Cómo ha estado mamá?
-Bien, sigue cansada, pero ya está en casa.
-Déjame ayudarte, puedo cuidarla, en el horario que me permitas.
-Me pregunto si será eso posible.
-Estoy limpio papá, he seguido con mis terapias, estoy más enfocado, quiero verlos... Por favor...
-... ¿Puedes hoy? Estoy preparando la comida, solo un par de horas.
- ¡Si! Sí puedo, voy para allá, solo déjame comprar el postre que a mamá le gusta y llego en un rato.
-De acuerdo hijo, aquí te espero.
-No le digas, que sea una sorpresa.
-Lo será, solo hijo...
-No haré nada, lo prometo, solo comeremos juntos y estaré con ustedes un momento, lo prometo.
-Aquí te veo.
Y mi padre colgó, el corazón lo siento palpitar, me emociona esto, volver a verlos, me veo una vez más al espejo y no veo nada morado, rojo o cortado, sonrío y salgo hacía la pastelería, compro el más rico, el que a ella tanto le gusta.
Cuando salgo, Cristian me está esperando, me sorprende un poco, pero me acerco a él.
- ¿Qué haces aquí? –Le pregunto.
-Hay trabajo.
-No. Estoy ocupado.
-El trabajo es en cuanto se te pida.
-... Cristian, por favor, no es como si me entusiasmara trabajar, pero me ha cogido en la noche, ¿Por qué justo ahora a las tres de la tarde? –Para ello si me acerco a decírselo, no pretendo que la gente se entere a qué me dedico.
-Hoy, ahora no se trata de ese trabajo, sino del sobre uno.
Me sorprendo y me echo para atrás. Estoy molestándome, tardé en curarme, tengo una cita con mis padres, estoy limpio, no me puede hacer esto.
-Terminé con el sobre uno. No voy a volver a eso.
-Es un trabajo, en el cual se te necesita.
-Me vale madres, terminé, toqué fondo, no vuelvo a trabajar en ello.
Veo que detrás de Cristian se acerca Jonathan, estoy seguro que me querrán llevar a la fuerza, pero en una esquina algo alejada, logro ver a Scott, así que vuelvo a ver a Cristian a los ojos y logro esquivarlo, Jonathan no logra tocarme y es cuando corro hacia el señor Williams.
Solo me pongo frente a él, sé que la regla principal es no hablar con él, sigo sin saber por qué, pero él es el jefe, me mira un poco sorprendido, pero sé que tiene miedo de que hable, así que, como no sé qué hacer para pedirle que no me lleven a la fuerza, que me dejen ver a mis padres, que no me golpeen y que me no me delaten, pongo el pastel en el piso, que, por haber corrido, ya está un poco de lado, pero con cuidado lo coloco y me pongo de rodillas frente a él, mirándolo a los ojos.
Solo me quedo ahí suplicante, sin decir nada, esperando algo, una indicación.
-Jan. ¿Qué haces? –Me pregunta Cristian.
-No me moveré de aquí hasta que me diga que puedo irme. –Lo digo más bajo de lo que habló Cristian.
Ambos vemos a Scott, y sigo suplicante y Cristian solo espera una respuesta. El señor Williams me mira y logro o creo ver una leve sonrisa, asiente, se gira y se va, yo lo sigo con la mirada, giro mi cara para ver a Cristian, que me sonríe más ampliamente.
-Ve a donde querías ir, estoy seguro que por la noche tendrás trabajo, pero será el sobre dos.
Se retira y yo me siento feliz, cualquier otro día pudiese sentirme humillado, jamás en mi vida hubiera creído que, me pondría de rodillas ante alguien, jamás pediría nada, solo lo exigiría, pero esto para mí, es un gran paso. Me levanto del suelo, tomo mi pastel y sigo mi rumbo a casa de mis padres.
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Y el cambio de Jan se ve!!!! Ha logrado controlarse!!!

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EL SONIDO DE TU VOZ
RandomJan Parkin un chico problemático, incapaz de controlar la ira. Scott Williams un hombre que no tolera el descontrol. Uno debe aprender que las cosas no se resuelven con violencia. El otro que no puede tener el control de todo. Ambos vivirán circuns...