𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓭𝓸𝓼

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Charles es sin duda un niño extraño.

Después de la advertencia de Max , Carlos es informado sobre el adolescente por los otros maestros que Max le había presentado a Carlos durante su primera semana en la escuela. Él había encontrado, sin embargo, que la mayoría de las advertencias provenían de ciertos profesores que Charles parecía odiar particularmente -los cuales eran muchos de ellos. Sin embargo, Carlos aún no había tenido ningún problema con el chico durante su clase, por lo que no le prestaba mucha atención a las historias que todos le estaban diciendo.

En su mayor parte, Charles era tranquilo durante las lecciones de Carlos. Se sentaba en el fondo de la sala y nunca hablaba con nadie. La mayoría de los días parecía que no estuviera prestando ni la menor atención a lo que sea que Carlos estuviera enseñando, pero cada vez que entregaba su tarea o pruebas todo estaba siempre correcto. Carlos no sabía si alguna vez le había dado al pequeño chico algo más que notas impecables, e incluso hubieron unas pocas veces en las que Charles entregaba su trabajo y éste tuviera corregido algunas de las preguntas de Carlos o señalando alguna que otra falla en el material.

Carlos podía ver fácilmente cómo algo como eso podría molestarle a más de un profesor, pero Carlos pensaba que era fascinante. Cada vez que Charles entraba en su clase,Carlos se encontraba viendo al adolescente más que a cualquiera de los otros estudiantes, preguntándose qué tan superiormente vasto era ese cerebro para los demás. Muchos de los maestros concordaban en que Charles era alarmantemente inteligente y aterradoramente perceptivo, pero nadie podía decir con certeza cuán inmenso era su conocimiento porque el chico nunca hablaba con nadie.

Mientras Carlos impartía sus clases, trataba de no mirar directamente a Charles tanto como lo había hecho ese primer día de clases. Una vez que hubo dado a la clase su tareas y se devolviera hacia su escritorio, no evitar dejar que sus ojos vagaran por el adolescente.

Charles era delgado y ligeramente más pequeño que la mayoría de los otros chicos de su año, pero de alguna manera se veía más joven; su rostro era más delicado y los movimientos de su cuerpo algo menos toscos que los de sus pares masculinos. Su fragancia era reconfortante de algún modo el olor a sandia qué desprendia , dejaba saber que era un Omega.

Usualmente tenía mechas oscuras que estaban desordenadas y se veían como si necesitaran ser ordenadas en una sola dirección.

El era espantosamente flaco para un niño de su edad y esa piel que tenía era pálida y sin rastros de imperfecciones. La ropa que llevaba lucía gastada pero cómoda y constantemente cambiaba de estilos.

Un día estaba vestido con algo apropiado para un adolescente de su edad que a lo mejor se podría describir como "ropa de calle" y al siguiente día estaba usando una camisa que parecía nueva con pantalones negros que abrazaban sus delgadas caderas junto con unos zapatos que se veían más lujosos que cualquier par que Carlos hubiera poseído nunca.

Tan impresionante como se viera el joven en comparación con sus compañeros de clase, no importa lo que llevara ese día, lo más destacable de él siempre eran sus ojos. Se posaban debajo de dos cejas bastante gruesas y de un color extraño, cambiante que Carlos no podía dejar de mirar, tratando de mirar a través de él.

Sin embargo, no era sólo su impresionante color lo que atrapaba la atención de Carlos, sino la mirada detrás de ellos.

Había una agudeza en la mirada que era penetrante y dejaba un sentimiento expuesto cuando se dignaba en mirar a su dirección, y Carlos podía entender por qué algunos profesores eran derrotados por él. Sus ojos parecían tener una riqueza de conocimientos y secretos que le daban un aire de madurez más allá de lo que su cuerpo parecía poseer. Él era simultáneamente tan joven y más viejo de lo que parecía.

𝓛𝓾𝓬𝓲𝓭 ||ᴄʜᴀʀʟᴏꜱ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora