𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓬𝓾𝓪𝓽𝓻𝓸

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Carlos sabe que está en problemas la noche que entra en la cafetería y ve a Charles esperando por él en su mesa habitual. Tiene una taza del té favorito de Carlos ya servido de la manera que al hombre mayor le gustaba -se veía perfecto, en realidad- y una sonrisa genuinamente feliz hace
asomo en su cara.

Esa situación ahora se estaba empezando a salir de sus manos. En realidad, había estado saliéndose de las manos desde hace tiempo; sólo que él se negaba a reconocerlo hasta antes de ese momento.

Sin embargo, no puede ignorarlo más. Hasta el momento han tenido suerte: no habían sido vistos por nadie de la escuela y Rebecca había estado sorprendentemente complacida por las 'noches en el bar con Max' de Carlos, pero Carlos sabía que su suerte no podía durar para siempre. Las cosas iban a empezar a ir cuesta abajo pronto y Carlos no podía permitir eso. Él tiene que alejarse, asumir la responsabilidad y
terminar estas visitas entre ellos.

Él era el adulto ahí, después de todo.

Charles le muestra orgullosamente su té a Carlos mientras el hombre se sienta cautelosamente en la silla detrás de la mesa, mirando al joven mientras Charles le sonríe ampliamente.

—¿Qué? — pregunta Carlos, ahora sospechando. — ¿Qué es esto? No has drogado el té, ¿verdad?

— No seas ridículo — dice con un movimiento de su mano, restándole importancia. — No puedo hacer eso mientras la última droga que todavía está en tu sistema. Los resultados se arruinarían totalmente.

Por un segundo los ojos de Carlos se abren porque tiene miedo de que Charles no esté bromeando.

Piensa en lo extraño que es que él supiera lo suficiente sobre el adolescente como para creer que Charles podría muy bien estar diciendo la verdad sobre drogar a Carlos, en realidad el genio loco no tenía límites. Sin embargo, Charles sólo se ríe de la mirada en su rostro, con ese sonido fuerte y alegre. Por el cuál Carlos se siente dominado con facilidad.

No parece poder evitarlo; había algo en Charles que despertaba todas las emociones latentes de Carlos.

Hace años que no reía tan fácilmente con Rebecca. No había compartido los secretos que le decía a Charles con nadie en su vida, ni siquiera con sus más cercanos, y antiguos amigos.

No se había sentido así de vivo alrededor de nadie en tanto tiempo, y la mente de Carlos se asombra ante el hecho de que alguien tan joven, alguien tan pequeño, pudiera poseer una fuerza tan atrayente en el mundo.

Para él, Charles tenía una chispa de vida que parecía casi como si estuviera lista para quemar y salirse fuera de control, consumiendo a cualquiera que estuviera demasiado cerca. Había un genio que se tambaleaba en la cúspide de algo grande, si sólo el Chico pudiera tener un poco más de tiempo para creer en sí mismo.

Carlos piensa que Charles es una absoluta maravilla y se complace de su inteligencia, su humor, su visión del mundo cada vez que el joven abre su boca.

— Cristo, Charles — dice mientras su risa se ahoga — Eres un idiota, ¿lo sabías?

Charles le sonríe a Carlos casi con orgullo y luego comienza una discusión de los venenos que usaría si estuviera realmente interesado en ver los efectos en Carlos. Eso entonces se convierte en una conversación sobre cómo Charles lo mataría, si era tan inteligente. Concluye que el veneno no sería el arma de su elección. Aparentemente sería una estrangulación, algo más íntimo, para Carlos.

Por su parte a Carlos ni siquiera le molesta que Charles hable de estas cosas porque sabe con absoluta certeza que el chico no habla serio. Él simplemente tenía una cantidad extensa de conocimiento en cosas terriblemente interesantes que quería compartir. Y Carlos sería condenado si no encuentra todo tan terriblemente interesante como lo hacía Charles.

𝓛𝓾𝓬𝓲𝓭 ||ᴄʜᴀʀʟᴏꜱ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora