𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓥𝓮𝓲𝓷𝓽𝓲𝓬𝓲𝓷𝓬𝓸

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Carlos se despierta en la mañana, su cabeza nublada por el sueño y su polla dura dentro de la humedad caliente que lo rodea.

Le toma un momento alejar las últimas huellas del sueño de su mente y darse cuenta de que, de hecho, no está soñando: el edredón está moviéndose entre sus piernas y puede sentir unos dedos aferrándose a ratos alrededor de sus piernas, con diminutos pequeños soplidos de aire caliente y húmedo bajo el calor de la manta.

— Dios, Chars, — el alfa gime mientras el chico le da una succión particularmente profunda, su voz todavía áspera y grave por el sueño.

Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que alguien le había hecho algo como esto -ya que habían sido pequeñas lamidas de gato y succiones suaves mientras su cuerpo todavía estaba
caliente y lento por el sueño.

Había olvidado lo bien que se siente; esa sensación lánguida y lenta del sueño se desvaneció y fue reemplazada por la sensación quemante de la excitación. La boca de Charles se desliza por su longitud de nuevo, hasta el final, hasta que Carlos puede sentir la punta de su erección presionando contra la parte posterior de la garganta de Charles y Cristo.

¿cómo pudo Charles haberse vuelto tan jodidamente bueno en chupar pollas?

El omega saca lentamente el pene de su boca, lambiendo cada vena que encuentra en el camino, cada grieta. Cuando llega a la parte superior del miembro del alfa no deja que el hombre salga de su boca. En lugar de eso, deja que su lengua se sumerja en la hendidura y recoja el líquido que se encuentra allí, envolviendo sus labios perfectamente alrededor de la cabeza mientras le da una suave succión.

— Mierda, me estás matando, Chars,— gime, incapaz de soportarlo un segundo más.

Por mucho que le encantan las bromas, el sexo oral por las mañanas, y tomar las cosas con calma, Carlos también ha llegado a descubrir que le encanta tomar lo que quiere de Charles.

Principalmente porque Charles está tan dispuesto a dárselo todo.

Así que se estira debajo de las sábanas para agarrar los hombros del omega, arrastrándolo de vuelta a la cama y rodándolos.

Cambia de posición hasta que el menor está tumbado en el lugar que acaba de desocupar, todavía caliente y marcado por su cuerpo, y el pelinegro está encima de él.

Se arrastra sobre su esbelto cuerpo hasta que se encuentra a horcajadas sobre el delgado pecho, con sus rodillas justo debajo de las axilas del menor, empujando los brazos de Charles para que no pueda agarrarse firmemente a algo.

El ojiazul lo mira, sorprendido por un momento. El mayor nunca los había puesto en una posición como esta antes, donde el español está en una postura tan dominante sobre él.

Carlos es generalmente -excepto en ocaciones más recientes- abiertamente gentil con Charles, miedoso de lastimarlo.

Pero estaría mintiendo si dijera que este fin de semana no ha tomado todo su control y lo ha arrojado por la maldita ventana.
Sin embargo, nunca haría algo que hiciera que su omega se sintiera incómodo.

Así que lentamente lleva una mano hacia abajo para pasarla a lo largo de la cara de Charles, con éste enrojecido por el calor de estar debajo del edredón durante tanto tiempo mientras chupaba la hombría de Carlos.

— ¿Esto está bien, amor? — Le pregunta con una voz baja, mirando al Castaño.

Charles lo mira fijamente sin pestañear y asiente en silencio.

El mayor solo sonríe, con su miembro aún duro sacudiéndose mientras se mueve en una mejor posición, posicionándose más cómodamente en el pecho del menor mientras mantiene cuidadosamente su peso fuera del pequeño y sobre todo en sus rodillas.

𝓛𝓾𝓬𝓲𝓭 ||ᴄʜᴀʀʟᴏꜱ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora