𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓥𝓮𝓲𝓷𝓽𝓲𝓬𝓾𝓪𝓽𝓻𝓸

310 34 20
                                    

Se siente absolutamente increíble.

Cuando recuperan el sentido, Carlos toma conciencia de la escena que les rodea.

La cocina es una catástrofe de frascos de mermelada derramadas y rotas, y las conservas se esparcen por toda la superficie de la mesa de la cocina, goteando por los bordes manchando el suelo.

Pedazos de pan están por todas partes, algunos enteros, otros en migajas dispersas.

Incluso la lata de frijoles se ha volteado y derramado sobre la superficie de madera lisa. No ansía limpiar nada de eso. Se gira para mirar al menor y piensa que es todo un desastre, pero que no le importaría limpiarlo en lo más mínimo en ese momento. Toma la mano del omega, lo saca de la cocina y suben las escaleras, riéndose, besándose y tocándose todo el camino de regreso al dormitorio.

Se estrellan en contra de la puerta del cuarto de baño y de alguna manera ambos logran entrar a la ducha juntos sin caerse ni causarse una lesión importante a sí mismos o entre sí. No se bañan, ni siquiera se molestan.

Simplemente encienden el agua y dejan que ésta se lleve todos los restos de desayuno pegajoso, y semen, en el que están cubiertos, luego se secan y se acuestan de nuevo en la cama, aún tocándose por todas partes y riendo como idiotas.

El alfa se maravilla consigo brevemente, sorprendido por su obstinación esta mañana; acerca del como no puede ser capaz de tener suficiente del muchacho, del como no puede ser capaz de mantener sus manos fuera del omega, y como no puede ser capaz de dejar de besarlo.

Y una vez más sé encuentra encima de Charles, empujándole hacia las blandas almohadas y las mantas de algodón debajo de él, y cuando embiste contra las caderas del adolescente, Carlos no está ni sorprendido, como parece estarlo Charles, cuando éste siente una rigidez creciente entre ellos. Seguido de un olor fuerte de sus fermonas.

— Carlos, estás...— Charles jadea, sorprendido cuando siente la segunda erección del alfa por la mañana.

Sin embargo, aparentemente está más asombrado de que el mayor en realidad quiera hacer algo al respecto. Ayer había sido la primera vez que habían tenido relaciones sexuales dos veces en un día, pero había habido horas en medio. Esto, Carlos sabe, es totalmente sin precedentes y Charles se da cuenta de eso.

Pero entonces ese agudo destello de realización brota a través de los azulosos ojos de Charles, esa mirada que significa que cree que ha descubierto algo. Charles mira a Carlos y dice:

— Oh, ¿has cambiado de supresores?

Sin embargo, el alfa simplemente sacude la cabeza, con los labios en la piel caliente del omega.

— No,— murmura contra la boca de esté — Eres tú. Me estás volviendo loco, no tienes ni idea, mi lobo esta reclamandote— responde sinceramente.

Sus supresores descansan en lo más recóndito de su velador, todavía intactas por ese día.

Ante eso, el omega le da una brillante y deslumbrante sonrisa, y el estómago del mayor revolotea.

Nunca se cansaría de decirle a su omega lo maravilloso que es, y de cuánto lo amaba; el sentimiento es embriagador.

— Dios, Charles, ni siquiera sabes cuánto me excitas. Todo el tiempo. Se siente como si esta flama de fuego lento, me estuviera quemando vivo — Lo besa de nuevo, profundamente, suciamente, no dejando lugar a malentendidos — Tócate para mí, quiero ver.

Charles baja una mano entre ellos, agarra su miembro, el alfa retrocede y observa mientras la longitud larga y delgada se hincha en la mano del menor, llenando el círculo formado entre su palma.

𝓛𝓾𝓬𝓲𝓭 ||ᴄʜᴀʀʟᴏꜱ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora