𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓓𝓸𝓬𝓮

381 42 7
                                    

[+18]

Siguen yendo a la casa de Charles cada vez que su padre no está allí, lo que parece ser bastante. A veces no hacen otra cosa que sentarse y hablar, acurrucados en el sofá de la sala de estar o acurrucados en la cama del omega, y Carlos descubre que disfruta de los codos huesudos del omega que lo golpean en lugares incómodos o de los delgados pies del muchacho en su regazo.

Se deleita en ser capaz de pasar el tiempo con el omega, lejos de la amenaza de miradas indiscretas de una manera en la que nunca habían podido estar en la cafetería.

Incluso se ha detenido en una tienda de la esquina en su camino y compra su propia leche a veces para poder hacer una taza de té para ambos. Disfruta de los días en que están en la casa del menor haciendo nada más que hablar de patología forense, medicina interna, o de los crímenes horrendos con los que Charles parece obsesionado.

Pero le gustan más las veces que están haciendo algo más que
hablar.

Carlos había hecho que él omega se masturbara delante de él un montón de veces y Charles se ha vuelto desvergonzado al respecto, perdiendo ese borde de timidez que tuvo la primera vez que el alfa lo observaba.

Ahora, en lugar de intentar cubrirse cada vez que se siente expuesto, ha llegado a abrir las piernas sin querer, extendiéndose para que el mayor pudiera ver y así mirar al hombre directamente a los ojos mientras se toca a sí mismo y jadea el nombre de Carlos.

Después de esas primeras veces, trae otra propuesta con él y se la enseña al Castaño: una botella de lubricante que predice que necesitará en un futuro próximo.

La primera vez que lo saca, Charles le dice que nunca antes se ha masturbado con lubricante, con su voz en decibel más bajo que en un susurro, mientras que el suave sonido del gel resuena entre sus dedos y se aferran fuertemente alrededor de su polla.

El omega le dice que sólo ha usado los chorros de su propio pre-semen cuando se toca a sí mismo, y el alfa puede entender el por qué el adolescente liberaba mucho pre-semen.

Cuando se excitaba, siempre había un flujo constante del líquido blanquecino que fluía libremente de la polla del Castaño, más que cualquier persona que el alfa haya visto antes. A pesar de esto, el menor se deleita en la sensación de la frescura sedosa del lubricante alrededor de su cálido eje y el deslizamiento añadido.

Carlos disfruta viéndolo satisfacerse una y otra vez.

Sin embargo, eso es todo lo que se ha permitido. Aún no ha tocado a Charles más que para besarlo, y ni siquiera se ha desnudado delante de él.

En su lugar,  todavía se va a baño después de cada vez que hace que el omega se masturbe frente a él.

A Charles no le gusta, pero Carlos piensa que ya ha dictado demasiado en su relación, y  no va a dejar que se presione a hacer algo para lo que no está listo. Sin embargo, después de un par de semanas del arduo trabajo de ver al omega tocarse bajo las órdenes y la mirada del pelinegro, la contención de este se está empezando a desmoronar.

Carlos nunca se ha considerado un hombre débil por ningún medio. Era un soldado, después de todo; había estado en la guerra. Pero la vista ante él ahora era demasiado.

Charles está acostado en su cama, desnudo, pálido y glorioso, subiendo y bajando su mano vigorosamente. Su cabeza está estirada hacia atrás, con la columna vertebral arqueada, y jadeando el nombre del alfa como si de un rezo se tratara. Un fino brillo de sudor cubría su cuerpo y el pelinegro ha pasado una cantidad ridícula de tiempo saboreando a Charles dondequiera que pudiera; el cuello, los pezones, el ombligo, la suave piel de los muslos, la parte de atrás de las rodillas.

𝓛𝓾𝓬𝓲𝓭 ||ᴄʜᴀʀʟᴏꜱ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora