𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓥𝓮𝓲𝓷𝓽𝓲𝓼𝓮𝓲𝓼

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La primera mañana que Rebecca vuelve a casa es extraña. Carlos se siente enojado por la presencia de su esposa en su casa, por alguien que no es Charles compartiendo el dormitorio y el baño y la cocina con él. Es extraño sentirse de esta manera después de pasar sólo tres días compartiendo una casa con el omega, pero no puede evitarlo.

Se siente como si él y Rebecca fueran los extremos opuestos de un par de imanes, expeliéndose el uno del otro cada vez que se acercan en lugar de estar juntos, como él y Charles lo estuvieron todo el fin de semana.

Rebecca, en su mayor parte, no parece notar nada de esto.

Ella está en un estado de ánimo relativamente bueno después de su fin de semana lejos de Carlos, y pasa la mayor parte de la mañana charlando alegremente con él
sobre cosas inconsecuentes.

Parece que lo que ella hizo durante el fin de semana la puso en un humor bastante encantador, uno en donde ella puede mirar a otro lado e ignorar todas las pequeñas cosas sobre él  y su hogar que la alertaría sobre las actividades recientes del alfa.

Tal vez sólo es que ya no le importa. Sin embargo, Carlos no quiere estropear ese buen humor, por lo que le permite seguir bromeando felizmente, incluso llegando a estar seguro de prestarle atención.

El hecho de que se sienta un poco culpable por su maravilloso fin de semana pasado con su amante adolescente también puede tener algo que ver con su atención.

Antes de que se vayan, ambos están caminando alrededor del uno al otro en la cocina mientras recogen las llaves y se ponen sus abrigos, accidentalmente choca con ella cuando ambos tratan de salir de la puerta al mismo tiempo.

Normalmente, no sería un gran problema, pero es lo más cercano que los dos han estado en meses (sin contar cuando duermen), y es extraño, por lo que siente la necesidad de decir algo.

— Lo siento, amor, — se disculpa sin pensar, y el término de cariño se escapa inconscientemente después de su largo fin de semana con Charles.

Ambos se detienen ante sus palabras, con la sorpresa
irradiando a través de cada una de sus rostros mientras se miran en silencio.

— No me has llamado así en mucho tiempo, — le susurra Rebecca, con una extraña mirada posándose en su rostro.

Luego le sonríe, y durante una fracción de segundo Carlos ve a la mujer con quien se casó, feliz y bella, con la expresión en sus ojos llenos de calor y amor por él.

Y se odia por haber puesto esa mirada en su rostro.

Ella se inclina lentamente para besarlo, y cuando ella presiona su boca a la suya, todo lo que puede hacer es compararla con Charles, el sabor de ella, la sensación. Ella es fría contra él, justo donde el recuerdo del omega todavía se quema brillante contra su piel,
calentándolo de adentro hacia afuera.

Ella es mucho menos, Charles es mucho más, y Carlos se siente disgustado de que ella lo esté tocando.

Un diminuto estremecimiento recorre su cuerpo, el cual intenta detener; ella es su esposa, después de todo, la mujer que había amado una vez. No es justo que él piense de esta manera, que se sienta de esta manera por ella sólo porque quiere un toque físico de él. Él todavía tiene una obligación con ella, y no la trataría de manera diferente sólo porque ya no la amaba. Sólo porque ella no es Charles.

— Vamos a llegar tarde,— le dice mientras se aleja de su beso, con la voz suave en el silencio que los rodea.

Trata de sentirse avergonzado de sí mismo por la mirada que cae sobre su rostro.

[....]

Una vez en la escuela, Carlos no puede dejar de repetir la escena de la mañana una y otra vez en su cabeza.

𝓛𝓾𝓬𝓲𝓭 ||ᴄʜᴀʀʟᴏꜱ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora