𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓥𝓮𝓲𝓷𝓽𝓲𝓽𝓻𝓮𝓼

329 39 4
                                    

Se despiertan todavía enredados el uno con el otro.

Los brazos del Castaño son pesados y cálidos a su alrededor, hay una pierna encima de la mitad inferior del cuerpo del alfa, una rodilla chocando en su riñón incómodamente, y los dedos de los pies rasguñando en uno de sus muslos.

Ni siquiera sabe cómo es posible. ¿El chico tenía una extremidad extra o algo así?

Carlos se remueve, tratando de acomodarse, pero no dispuesto a alejar a Charles de él. Le gusta ser abrazado por un genio adolescente.

Mientras se acomoda escucha al ojiazul resoplar a su lado, y el muchacho se remueve en su sueño mientras se posiciona para quedar más cerca −lo cual es imposible- de la curva del cuerpo del alfa, y su delgado brazo ejerce más presión. Charles estaba ahogándolo y no debería ser un gran problema, pero lo es.

Debido a que Carlos nunca antes había sido abrazado, acurrucado, de esa forma. Rebecca siempre había querido ser la que fuera abrazada, la que fuera consolada, la que fuera acurrucada por la noche mientras estaban acostados juntos. El español siempre había pensado que como hombre era su trabajo dar caricias, no recibirlas.

Y Rebecca nunca se había ofrecido. Pero esto es...agradable. Cálido. Confortable. Entre los cariñosos y lánguidos brazos del omega,  se siente atrapado, seguro y confortado de una manera que nunca antes había sentido. Quiere que queden de esa forma para siempre.

Pero la sensación totalmente incómoda de una vejiga llena lo hace más que imposible, por lo que suspira y levanta la mano para despertar al muchacho.

— Charles — susurra, tocando al adolescente dormido.— Despierta, amor.

— No quiero,— es la respuesta somnolienta y ruda.

Carlos bufa y suelta una pequeña risa.

— Tienes que hacerlo, cariño.

— ¿Por qué?— se queja, con los ojos todavía cerrados.

— Porque necesito ir al baño y tu rodilla está presionando mi vejiga,—dice con bastante naturalidad.

Charles gruñe irritado, pero libera a Carlos de su agarre.

El pelinegro prácticamente corre al baño, agachándose para recoger algunas ropas del piso que
habían sido desechadas la noche anterior. Cuando termina en el baño, se viste y se lava, mirándose en el espejo que está sobre el lavamanos.

Se pregunta si se veía diferente, si otras personas podrían decir con sólo mirar su cara que ha pasado el día anterior engañando a su esposa y follando a su estudiante en su cama. La cara en el espejo frunce el ceño y de repente no le gusta mucho lo que ve, así que se da la vuelta y se dirige a la puerta.

Cuando sale del baño, encuentra a un Charles vestido con ropa interior dentro de su armario. El castaño está buscando en una caja que había sido olvidada en una esquina, una que Carlos no había llegado a desempacar desde la mudanza. No es nada importante; sólo ropa vieja que probablemente no le queda bien y cosas de la universidad que son demasiado sentimentales para deshacerse de ellas.

Cuando el menor lo escucha volver a la habitación, se endereza y se da la vuelta hacia él, su mirada brillante analiza la figura del mayor y permanece por un segundo más de lo que es agradable.

— ¿Qué? — pregunta, mirándose a sí mismo conscientemente.

Se pregunta si se ha puesto unos bóxers sucios, mira su ropa para asegurarse de que está limpia. ¿O tal vez su remera está al revés?

Sin embargo Charles simplemente se sonroja, mira hacia otro lado, y su vista se dirige al suelo.

— Te ves más joven, — escucha decir lentamente como a modo de
explicación, su voz suena tan vaga que casi no le entiende.

𝓛𝓾𝓬𝓲𝓭 ||ᴄʜᴀʀʟᴏꜱ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora