𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓣𝓻𝓮𝓲𝓷𝓽𝓪 𝔂 𝓣𝓻𝓮𝓼

260 29 3
                                    

Las cosas entre él y Rebecca están tensas después de ese fin de semana, por decirlo menos.

Ella apenas habla con él, excepto para pelear, y cuando ella comienza hacerlo no deja nada sin decir. Puede tratarse de las cosas más intrascendentes y no importa –la pelea siempre termina igual al final:

— Solías ser algo, sabes — le dice a  Carlos una vez más en el lavabo, con la voz ligera y trivial, como si estuviera hablando de cómo le había ido en el trabajo después de un largo día — No sé lo que eres ahora. Ya no eres apasionado por nada, Carlos. ¿Qué pasó con toda tu pasión?

Pregunta, con un tono curioso.

— Ciertamente no está aquí, entre nosotros. Tal vez si lo estuviera, no sería tan jodidamente miserable. Tal vez si lo estuviera, podríamos haber sido felices, eventualmente.

En otra noche, su argumento termina con el sonido amargo de su voz aguda gritando mientras que él se sale de la casa para ir al pub:

— ¡Tendrías mucho que dar si todavía te importara, Carlos! ¡Si valieras la pena!

Ella sabe que ha ganado cuando puede ver que él se va, y él lo hace cada vez más a menudo estos días, dejando pasar horas mirando fijamente abajo a un vaso con licor cuando no puede pasar la tarde con Charles. Su favorito, sin embargo, es un enfrentamiento más directo, del tipo que lo hace tener que buscar sus llaves casi inmediatamente.

— ¿Qué clase de hombre eres, Carlos? — le gusta molestarlo después de que pelean, con la sonrisa en sus labios rojos lo suficientemente afilada como para cortarle en un millón de pedazos. —¿Qué tipo de hombre dejaría que las cosas acabaran así?

Una noche, él finalmente tiene bastante de sus burlas y no puede mantener su boca cerrada mientras hace su camino hacia la puerta, furioso.

— ¿Qué fue lo que hice, en toda mi vida, para merecerte? — Grita, girándose para mirarla, la cara dura y los hombros tensos — ¿Para merecer esto? Para merecer el como me tratas.

Ella se detiene brevemente, después de seguirlo hasta la puerta de su casa, y lo mira fijamente. Si está sorprendida por su repentino estallido, ella no lo demuestra.

— ¿Hmm? — La presiona, deseando saber, necesitando escuchar su respuesta — ¿Qué te he hecho?

— Todo — susurra, su voz llena de ira y desprecio por él.

Carlos la mira por un momento, sorprendido. A pesar de todos los años de frustración entre ellos, todavía está desconcertado por el profundo odio que ella siente por él, esta mujer a la que una vez amó con todo su corazón. Algo le duele profundamente en el pecho.

Hay una opresión en su garganta, pero no quiere que ella vea que siente alguna de estas cosas, así que le da la espalda rápidamente, agarrando su abrigo y abriendo la puerta principal. La cierra entre ellos, soltando un suspiro de alivio una vez que está en el otro lado, lejos de ella. Cuando entra en su coche, se dirige directamente al pub sin pensarlo dos veces, pidiendo un whisky doble y bebiendo la mitad del vaso en un solo trago. Y está ordenando a otro antes de que incluso termine con el primero.

Carlos sabe que tomó la decisión de quedarse casado en este momento porque es lo más inteligente, lo más seguro para él y Charles. Sin embargo, también lo más doloroso, y Carlos sabe que ya no puede seguir por este camino.

No puede seguir lastimando a Charles de esta manera, y ciertamente no puede seguir viviendo así. Trata de recordarse a sí mismo que esto es lo mejor para todos ellos. Tiene que permanecer casado con Rebecca sólo por un poco más de tiempo, al menos hasta el final del año escolar.

𝓛𝓾𝓬𝓲𝓭 ||ᴄʜᴀʀʟᴏꜱ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora