𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓼𝓲𝓮𝓽𝓮

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En el A&E, el médico le había dicho a Charles que se tomara un receso de la escuela hasta
que el peor de los moretones y la hinchazón se redujera. Carlos sabe que el muchacho estaba más que feliz con eso. Pero sin poder ver a Charles todos los días, Carlos encuentra que sólo piensa más en el chico.

Intenta dejar de enviarle mensajes de texto al omega constantemente para ver cómo se siente, dónde se está quedando, si está comiendo. Y en la mayoría de veces tiene éxito. Se permite enviar sólo uno o dos mensajes a su estudiante en un día. Las respuestas son siempre rápidas y tranquilizadoras, aunque un poco vagas.

Carlos simplemente lo atribuía a Charles sintiéndose incómodo a su alrededor ahora que el profesor sabía acerca de la situación del Castaño en casa. El mayor trata de no preocuparse tanto y se las arregla para calmar sus nervios con unas bebidas cada noche, aunque no logra borrar la aprensión por completo.

Carlos todavía iba a la cafetería todas las noches que solían reunirse, pensando -esperando- que Charles pudiera aparecer, pero el chico se mantiene alejado de ahí. Así que cuando el alfa finalmente recibe un mensaje de Charles un día en la escuela preguntando si estaría en la cafetería esa noche, trata de no sonreír como un adolescente mientras responde.

Entonces recuerda que Charles en realidad no era omnisciente, aunque a veces pareciera que si, por lo que se permite sonreír, tratando de no pensar mucho en su felicidad.

Pero no importa cuánto se diga a sí mismo que no está ansioso por volver a ver a su estudiante, no está ansioso por volver a mirarlo una vez más, no hay que ignorar el alegre brillo que crece y lo mantiene contento por del resto de su día.

Cada uno de sus colegas piensa que su humor eufórico se debe simplemente al hecho de que había estado usando su bastón cada vez menos en los últimos días, hasta casi apenas tener la necesidad de seguir usándolo. Él les permite pensar lo que quieren y no dejar que arruinen su estado de ánimo. Incluso mientras está en casa con Rebecca más tarde ese día, teniendo otra cena incómodamente silenciosa con ella, él está prácticamente canturreando de emoción y la noche no parece llegar lo suficientemente rápido.

Mientras están limpiando, le dice a  Rebecca que Max quería verlo en el bar para servirse unas cervezas y Rebecca hace un ruido en la parte de atrás de su garganta, ni siquiera mirándolo mientras continúa lavando los platos.

Así que él la deja y se dirige arriba para prepararse, corriendo los escalones como un niño simplemente porque puede.

Se cambia de ropa, aunque no suele hacerlo. Calcula que, puesto que Charles no había ido a la escuela ese día, no sabría de todos modos. Además, Carlos quería usar su chaqueta de cuero más abrigada, pero su camiseta actual no hacía juego con ella. Y como ya había cambiado su camisa, concluye que también podía cambiar sus pantalones y zapatos, también. Tararea para sí mismo mientras está parado en el baño delante del lavamanos, preparando todo para un afeitado rápido. No había tenido la oportunidad de hacerlo por la mañana y se sentía realmente abrumado. El hecho de que siempre hubiera pensado que se veía mejor limpio y afeitado ni siquiera había pasado por su mente.

Es meticuloso mientras afeita; asegurándose de alcanzar hasta el último rincón, incluso el área debajo de sus oídos que generalmente olvidaba.

Cuando termina, brevemente considera la idea de una ducha rápida, pero decide no hacerlo, utilizando un poco de su mejor colonia en su lugar. Se peina el pelo frente al espejo, queriendo darle un aspecto desordenado, un look rebelde que él sabía que se veía bastante arriesgado en él. Cuando finalmente está satisfecho con su apariencia, ya es hora de salir a su encuentro.

Mientras se dirige por la puerta principal, le grita a Rebecca.

— ¡Ya me voy, volveré dentro de poco!— Y cierra la puerta detrás de él antes de que ella siquiera pudiera responderle.

𝓛𝓾𝓬𝓲𝓭 ||ᴄʜᴀʀʟᴏꜱ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora