𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓣𝓻𝓮𝓲𝓷𝓽𝓪 𝔂 𝓒𝓾𝓪𝓽𝓻𝓸

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Cuando Carlos regresa del trabajo a su casa al día siguiente, está muerto de cansancio y pensando ansiosamente en una noche larga de descanso.

Charles había cancelado su encuentro de la tarde y no tenía su clase hoy, por lo que Carlos espera una noche libre de Charles en sus pensamientos por una vez, desprovisto de repetir cada minuto precioso que estaban juntos como un video en reproducción.

No sabe por qué su mente insiste en hacer eso, después de que ha pasado todo el día con su amante, pero realmente espera que esta noche sea diferente y que simplemente pueda relajarse y dormirse temprano por una vez.
Sin embargo, cuando entra en su casa, se detiene en seco en medio de la entrada de su casa, mirando a su sala de estar.

Hay un Charles Leclerc, sentado en su sofá junto a su esposa. Están hablando animadamente el uno con el otro en tonos suaves y compartiendo una taza de té.

No, esto no está bien, su mente piensa frenéticamente. Esto no puede estar sucediendo. ¿Por qué está pasando esto?

— ¿Qué mierda está pasando aquí? —  Pregunta antes de que pueda detenerse, y tanto Charles como Rebecca se alejan el uno del otro para mirarlo.

Las expresiones en sus rostros muestran ligera sorpresa ante la ira que oyen en su voz. Los ojos de Carlos se deslizan hacia el ojiazul sutilmente, porque él sabe que el chico no puede sorprenderse ante su reacción ante este -truco que ha hecho, una vez más. Sin embargo, allí se sienta Charles, viéndose joven y de alguna manera más pequeño de lo que Carlos sabe que realmente es, y se ve algo nervioso mientras mira a Rebecca y se sienta a su lado, con una taza de té delicadamente sostenida en su pequeña y torpe mano.

— Oh, Carlos, —  dice Charles en saludo, colocando su taza de té cuidadosamente sobre la mesa de centro.

Su cuerpo está inclinado hacia Charles en el sofá y ella le sonríe dulcemente al adolescente, y el moreno sabe que acaba de interrumpir una conversación profunda. Se marea. Parece no poder entender en su mente la escena completamente inocente que crean.

—  Acabo de charlar con uno de tus estudiantes. Charles — le dice, como si no lo supiera — Un muchacho tan brillante.

Su mano libre se mueve para palmear al menor en su rodilla, y la sonrisa que le da a éste crece en algo más grande y cálido mientras sigue mirándolos.

Carlos ni siquiera puede pensar bien.

— ¿Cómo...dónde lograste... —
tartamudea, mirándolos desde su lugar junto a la puerta. Ni siquiera sabe lo que quiere decir.

Quiere preguntar por qué. ¿Por qué Charles está haciendo esto, por qué pensó que esto sería una buena idea, que está pasando por su cabeza increíblemente terca?

Quiere preguntarle a Rebecca por qué está dejando entrar a muchachos magníficos, encantadores y sociópatas que están claramente enamorados de su marido en su casa, y por qué les está sirviendo el té en la taza que les dieron para su boda, y por qué ella está mirando a su omega con esa sonrisa bonita y amistosa.

Carlos, sin embargo, no puede mover su lengua para decir de nada de eso. Todo lo que puede hacer es mirar la imagen de calma serenidad ante él. Su esposa y su amante adolescente sentados en su sala de estar compartiendo una taza de té.

El español siente que podría tener un ataque de pánico.

Rebecca frunce el ceño desde
su asiento al otro lado de la
habitación y parece notar que algo está mal. Se levanta de repente, se excusa de Charles y camina hacia Carlos.

Los ojos penetrantes de Charles permanecen en ella todo el tiempo mientras cruza la sala de estar.

El pelinegro mira hacia adelante y hacia atrás entre ellos, su esposa acercándose a él y el omega observándola. No sabe qué hacer, así que simplemente se queda allí y espera a que Rebecca lo alcance.

𝓛𝓾𝓬𝓲𝓭 ||ᴄʜᴀʀʟᴏꜱ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora