𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓼𝓮𝓲𝓼

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El sonido agudo de su móvil que resuena por la habitación lo despierta de golpe, haciéndole saltar.

Abre los ojos pero no hay realmente un cambio en la oscuridad. Todavía debía ser de noche. El móvil sigue sonando incesantemente y a su lado Rebecca se agita, bufando contra él para que apague la maldita cosa.

Una vez que está ligeramente más despierto, busca el teléfono rápidamente. Nunca es una buena noticia cuando alguien le llama en medio de la noche y su primer pensamiento es acerca de George, o Max, o...

¿Charles?

El nombre le saluda desde la pantalla de identificación, la luz casi cegadora en la oscuridad de su dormitorio. Carlos frunce el ceño y se levanta de la cama, respondiendo mientras sale de la habitación y tropieza por el pasillo golpeando su adolorida pierna, sin querer despertar a Rebecca.

— ¿Charles? — Pregunta en lugar de un saludo.

El chico no le llamaba. Nunca. Él prefería los mensajes de texto; Carlos lo sabía. Algo tiene que estar mal para que Charles le esté llamando.

— ¿Qué está pasando?

Por un momento sólo el silencio llega por el otro extremo de
la línea. Y luego, suavemente.

— ¿Carlos?

Suena débil, asustado. A diferencia de sí mismo. El corazón de Carlos late más rápido y su estómago se retuerce de miedo.

— ¿Qué pasa? ¿Estás bien?

— ¿Carlos? ¿Puedes reunirte conmigo?

¿Qué diablos está pasando?

se pregunta Carlos, pero en voz alta responde:

— Charles, es  la mitad de la noche. No puedo encontrarme contigo. ¿Por qué me llamaste?

— Por favor. Necesito que te reúnas conmigo. Necesito tu ayuda.

— ¿Qué pasa, Charles?— Repite, y puede oír una nota histérica que comienza a deslizarse en su voz. —¿Estás herido?

— Ven a la cafetería. Estaré esperando afuera.

La línea muere.

Demonios. Sea lo que sea, no podía ser bueno. Carlos cojea en su camino de vuelta a su dormitorio
y enciende la luz de la lámpara. Él sabe que Rebecca se despertaría, pero realmente no le interesaba.

En la penumbra se viste
rápidamente, sin querer perder un momento. Desde el otro lado de la habitación escucha a Rebecca moverse.

— ¿Carlos? — pregunta con adormecimiento, y con la voz ronca. — ¿Qué estás haciendo?
¿Alguien llamó?

— Es uno de mis estudiantes, Rebecca,— le dice, porque no sabe que no podrá mentir sobre adonde va a esa hora de la noche, era demasiado peligroso.— Creo que algo está mal. Tengo que ir a verlo.

—¿Tu estudiante?— pregunta mientras se esfuerza por sentarse en la cama, y sabe que todavía no está completamente despierta porque todavía no está enfadada con él.

Pero él puede intuir por su voz que ella se dirige por ese camino.

—Carlos, ¿por qué te está llamando uno de tus estudiantes? No debería estar haciendo eso.— Y, como él predijo, ella está completamente despierta ahora, sentándose y mirándole fijamente por detrás de su desordenado y lacio cabello rubio.

Pero Carlos no se detiene en sus movimientos mientras se pone la ropa que llevaba puesta ese día, maloliente y arrugada por haber sido arrojada al cesto de la ropa sucia.

𝓛𝓾𝓬𝓲𝓭 ||ᴄʜᴀʀʟᴏꜱ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora