XI

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Capítulo 11















— El rey dijo que deseaba que hoy llevaras los colores de tu casa. — dijo su doncella mientras terminaba de arreglar la cola de su vestido azul claro. La mujer había estado corriendo toda la mañana, pero no le dijo qué estaba pasando. — Ahora tenemos que asegurarnos de que tu cabello esté perfecto.

Aemma se quedó un poco desconcertada por la actitud de la mujer, que parecía muy emocionada. La mujer había servido a su abuela y Aemma la había tomado a su servicio una vez que su abuela había fallecido. La habían despertado temprano esa mañana y la habían obligado a entrar en el baño antes de que estuviera completamente despierta. La criada ni siquiera le había permitido romper el ayuno, vistiendola  inmediatamente con uno de sus mejores vestidos.

La mujer obligó a Aemma a sentarse frente a su espejo y comenzó a peinarla. Trenzó la mitad superior de su cabello antes de colocarle una de las tiaras plateadas de su abuela en la cabeza. Aemma todavía estaba un poco confundida sobre lo que estaba sucediendo mientras la criada se movía rápidamente para asegurarse de que estuviera lista.

— Ahí tienes. — dijo la mujer antes de aplaudir. — Te ves hermosa.

— Gracias. — dijo Aemma con una sonrisa antes de ponerse de pie y girarse para mirar a la mujer. — Ahora, ¿vas a decirme por qué me visten así y por qué el rey quiere verme?

— Creo que puedo responder a eso. — sus ojos se dirigieron hacia la puerta donde se encontraba su tío. Se veía increíblemente guapo, vestido de rojo, dorado y azul oscuro. — Puedes dejarnos.

La criada hizo una rápida reverencia antes de salir casi corriendo de la habitación. Aemma abrió la boca, pero la volvió a cerrar de golpe cuando su tío se acercó a ella. La mirada en sus ojos era hambrienta, casi depredadora mientras recorría su cuerpo con la mirada.

— Tu doncella tenía razón. — dijo, y con un dedo trazó la línea de su clavícula, haciéndola estremecer. — Estás absolutamente deslumbrante, nunca he visto una mujer más hermosa.

Tuvo que aclararse la garganta antes de poder hablar. — Gracias.

— Mi padre desea vernos en la sala del trono. — su mano se desplazó hacia uno de los rizos que enmarcaban su rostro y lo frotó entre sus dedos. — Va a anunciar nuestro compromiso.

— ¿Qué? — Aemma se sorprendió, no se lo esperaba. — Pensé que no querías casarte conmigo.

— Si quiero, pero estaba un poco aprensivo y quería darte unos días más para que lo pensaras.

SILVER PEARL  • HOTD •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora