¡Baelon Targaryen vive!
Alysanne Targaryen le prometió a Aemma Arryn que nunca se casaría sin amor y solo sería cuando ella lo deseara. Aunque su primo Viserys la persigue desde que tenía ocho años, ella no siente ningún interés por él. Su padre...
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Capítulo 47
10 años después. 126 d.C.
Saerys amaba Rocadragón, incluso más de lo que le gustaba Desembarco del Rey. Aunque amaba la isla, no querría vivir allí, extrañaría demasiado a su familia. Saerys amaba su vida, su gran familia y la forma en que siempre estaban juntos. Sus abuelos y sus tíos hicieron que su familia fuera aún mejor. Lo único que la molestaba era el hecho de que aún no tenía un dragón, su huevo nunca había eclosionado. Todas sus hermanas tenían dragones, sus tíos también. Incluso su hermana menor, que solo tenía dos años, tuvo una cría. Odiaba ser la única que no tenía un dragón.
— Te estaba buscando. — apareció su padre con una sonrisa en el rostro. — Tu madre estaba preocupada.
Ella se encogió de hombros. — He estado aquí.
Su padre frunció el ceño, probablemente porque había notado el tono de su voz. Se sentó a su lado y le pasó una mano por la cabeza. — ¿Qué pasa?
No le gustaba preocupar a sus padres, sobre todo porque se suponía que estaban pasando tiempo libre fuera de la corte. — No es nada.
— No lo creo. — dijo mientras jugaba con una de sus trenzas. — Eres mi hija y te conozco lo suficiente para saber cuándo algo te preocupa.
Respiró profundamente antes de soltar el aire lentamente. — ¿Por qué soy la única que no tiene un dragón? ¿Hay algo malo en mí?
— Claro que no, mi amor. — le besó el costado de la cabeza. — No te pasa nada malo. Eres una princesa hermosa, inteligente y dulce.
— Entonces ¿por qué mi huevo no eclosionó?
— Eso no significa que haya algo malo contigo. — sus ojos estaban llenos de amor cuando la miró, como siempre. Miró a sus hermanas de la misma manera y a su madre. — La mayoría de los huevos no eclosionan. Mi huevo no eclosionó, ni tampoco el de tu abuelo y ahora montamos dos de los dragones más feroces del mundo.
Ella lo pensó por un momento. — ¿Eso significa que algún día podré tener un dragón?
No dudó. — Por supuesto. — le besó la frente. — Pero aunque nunca reclames un dragón, eso no te hace menos. Eres mi hija y una Targaryen, eso te hace más especial que la mayoría de la gente.
Ella lo observó mientras se alejaba y pensó en sus palabras. Era su padre, así que, por supuesto, creía que ella era perfecta. Nunca la había hecho sentir menos o como si no la quisiera, y tampoco lo habían hecho su madre, sus hermanos, sus tíos o sus abuelos. Eran su familia y no la veían como el resto del mundo. La gente la miraba y veía a una Targaryen sin dragón, lo que a sus ojos la hacía menos de alguna manera.
Escuchó un rugido que provenía del monte del dragón y entrecerró los ojos. Se negó a esperar a que un dragón viniera hacia ella, montaría un dragón y reclamaría su herencia sin importar nada. Se aseguró de que los guardias estuvieran distraídos mientras pasaba por el monte del dragón, si notaban lo que estaba tratando de hacer, intentarían detenerla y llevarla con sus padres.
