Capítulo 50

5.3K 401 25
                                    

Un mes después.

Violet

En estos momentos no sé si quiero vomitar por el embarazo o por los nervios que me produce esta situación, aliso por milésima vez el vestido de novia que cubre mi cuerpo.

Me voy a casar joder.

Violet: Creo que voy a vomitar.

Murmuro mientras me miro en el espejo.

El vestido de novia que cubría mi desnudez era una verdadera obra de arte. Confeccionado en suave encaje blanco, se ajustaba delicadamente a mi figura resaltando mi silueta con elegancia y sofisticación.

El escote corazón realzaba mi cuello y hombros, las mangas cortas de encaje transparente me conferían un aire etéreo y delicado, mientras que la falda amplia y fluida caía en suaves pliegues hasta el suelo. Detalles de pedrería y cristales adornaban sutilmente el corpiño, añadiendo destellos de luz que capturaban la atención y añadían un toque de brillo al vestido. Una fina cinta de raso marcaba mi cintura, resaltando mi figura y añadiendo un toque de sofisticación.

Era simplemente perfecto.

Adrix: No llores en este momento, tenemos que irnos y tus futuros esposos no aguantan un minuto más de espera ¿Quieres ir tú o que ellos vengan a buscarte?

Dice entre risas mientras levanta sus ojos del teléfono y deja de textear con, muy seguramente, los hermanos De Luca.

Violet: No tiraré el ramo, este te pertenece y por cómo vas lo usaras muy pronto— su rostro enrojece y sus manos se mueven nerviosas— Vamos.

La emoción es difícil de ocultar, acaricio mi vientre mientras salimos de la habitación y bajamos las escaleras para subirnos a la limusina que nos espera.

¡Me voy a casar!

Luego de que los chicos me hicieran aquella extraña propuesta en la habitación del hospital pensé que era una broma o algo por el estilo, no fue hasta que me levanté con una anillo con un enorme gema Tanzania en mi dedo anular.

Con Drix hemos estado yendo a terapia en el último mes, se podría decir que nos hicimos amigas de nuestra psicóloga aunque esto no sea muy ético que digamos, pero no nos importa, esa mujer fue alguien que nos ayudó mucho y que lo sigue haciendo.

Llegamos a la majestuosa iglesia de piedra, decorada con arreglos florales blancos y dorados, la ceremonia es solo un pequeño plus a nuestra unión, puesto que tuvimos que viajar a Nueva Zelanda para que nuestra unión sea legal y hoy me encuentre casada con mis tres chicos.

Drix me ayuda a bajar de la limusina mientras una radiante sonrisa no abandona mi rostro, miro mi vestido de novia cerciorándome de que todo se encuentre en orden, caminamos con paso firme hacia el altar, Drix es mi madrina de bodas. Empiezo a escuchar las suaves notas musicales mientras mis pasos se vuelven temblorosos, respiró profundamente antes de levantar la vista de mi ramo de rosas blancas y violetas para mirar hacia el altar.

Joder.

No puedo evitar el suspiro que sale de mis labios al ver a mis chicos enfundados en sus hermosos trajes negros mirando en mi dirección con adoración, complicidad y promesas silenciosas, siento mi cuerpo temblar levemente bajo sus penetrantes miradas, mis pasos se hacen más firmes queriendo llegar a ellos y refugiarme en sus brazos. Una vez he recorrido todo el camino hacia el altar y me encuentro frente a mis chicos puedo ver sus sonrisas nerviosas pero llenas de alegría, sus ojos rojos reteniendo las lágrimas y las burlas silenciosas de sus primos.

Luca: Estas hermosa, ojitos.

Besa suavemente el dorso de mi mano mientras me mira a los ojos, me sonrojo un poco cuando siento los estragos de su mirada en mi cuerpo.

Joder con las hormonas.

Alessio: Jodidamente hermosa.

Siento su agarre en mi cintura mientras se inclina para besar mi frente.

Stefano: Y solo nuestra.

Sus palabras llenas de posesión solo hacen que caiga un poco más por ellos.

Nuestra pequeña burbuja se ve interrumpida por el carraspeo del sacerdote, siento mi rostro enrojecer aún más mientras llevamos nuestra atención al señor que nos mira con una pequeña sonrisa en sus labios.

Sacerdote: Queridos amigos y familiares—comenzó a decir— hoy estamos reunidos para celebrar el amor y la unión de esta mujer y estos hombres en sagrado matrimonio.

Sus palabras resonaron en la iglesia, envolviendo a los presentes mientras yo me perdía en los ojos llenos de amor de mis chicos mientras acariciaba mi vientre levemente, no sé cuánto tiempo pasamos perdidos en nuestras miradas hasta que tenemos que decir nuestros votos, respiro profundamente antes de soltar con voz suave.

Violet: Prometo amarlos en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, todos los días de mi vida y más allá de esta.

Susurró con voz temblorosa pero llena de determinación. Veo a mis esposos responder con palabras similares llenas de emoción mientras retienen las lágrimas, sellando así nuestro compromiso ante Dios y nuestros seres queridos.

Al finalizar los votos, el sacerdote nos bendijo como pareja y nos permitió sellar la unión con un beso, beso que mis esposos no dudaron en intensificar sin importarles quienes nos veían. Los aplausos resonaron en la iglesia mientras mis chicos y yo salíamos juntos de la misma.

Violet: Ahora el mundo sabrá que son míos.

Veo sus ojos oscurecerse mientras sus manos acarician mi vientre levemente abultado.

Unísono: Y tú nuestra.

No sé cómo pero terminamos envueltos en un beso de cuatro que aunque se hace difícil al inicio no evita que mi ritmo cardiaco se acelere de formas preocupantes, sus manos acarician mi cuerpo llenándome de expectación.

Violet: Estamos afuera de la iglesia.

Escucho sus leves risas antes de que se separen de mis labios no sin antes dejar una pequeña mordida en ellos.

Luca: ¿Quién diría que hoy estaríamos aquí?

Lo miro a los ojos tras escuchar su cuestionamiento.

Stefano: Casados con la mujer de nuestras vidas.

Sus manos se colocan en mis caderas mientras deja un beso en mi cuello.

Alessio: Y eso que todo empezó por una Dulce Mentira.

Una Dulce Mentira que hoy me hace la mujer más jodidamente feliz de todo el puto mundo.

Fin.

Dulce Mentira [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora