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Como si por cosas del destino se tratara, Rodrigo empezó a sentir demasiado calor, miraba a su alrededor sintiendose un poco mareado.

No era el jodido lugar para aquellos.

—No me hagas esto, maldito lobo espera un poco más- susurró para sí mismo con la esperanza de que su lobo se apiadara de él.

Pero todo empeoró cuando sintió el olor de aquel alfa acercándose.

Chocolate amargo y menta

—¿Rodrigo?

El omega volteó y lo miró a los ojos por solo unos segundos, segundos que bastaron para disparar su celo al maximo. Rodrigo corrió rápidamente bajando las escaleras, necesitaba llegar a su hogar, pero era demasiado peligroso salir en ese estado, su olor empezaba a esparcirse y su lobo tenia una batalla interna por tomar el control.

Todo estaba pasando demasiado rápido.

Rodrigo salió de aquella casa desesperado buscando algún taxi, pero todo se veía demasiado borroso para él, empezó a caminar sin rumbo sin saber exactamente que hacía, sus sentidos empezaban a apagarse para darle la bienvenida a su lobo.

—No, aún no, aún no, aún no

El silbido detrás de él lo puso en alerta, sus piernas empezaron a temblar mientras oía como alguien se aproximaba.

—Vaya vaya...¿Te perdiste bonito?

Rodrigo tragó grueso, ya era incapaz de pronunciar palabra alguna, era demasiado tarde, nunca su lobo había reaccionado así, tan demandante y con tantas ganas de tomar el control en su cuerpo.

Quizás se debía a la presencia del otro alfa.

Rodrigo cayó de rodillas en el asfalto tratando de controlar su respiración, el alfa de olor repugnante se acercó poniendo su nariz en el nacimiento de su olor, el mismo que ahora era demasiado intenso y embriagante.

Mucho más de lo que era normalmente.

—Hueles a celo- aquel alfa tomó su entonces para mirarlo a los ojos, el destello violeta se asomaba en ellos anunciando la llegada de su lobo—Pero que bonita coincidencia, nos vamos a divertir

Cuando Rodrigo comenzó a recuperar sus sentidos, empezó a ver con más nitidez y justamente pudo presenciar como Iván llegaba quitándole al alfa asqueroso y posiblemente drogado de encima, el olor a celo de un omega podía causar que dos alfas se pelearan hasta destrozarse por ganar el privilegio de poseer a dicho omega.

Pero está vez era distinto, porque la fuerza de Iván ahora mismo parecía inhumana y los fuertes gruñidos les daba a entender a los demás que ese era su omega y de ser así ellos tendrían que alejarse.

Estaba siendo territorial protegiendo al omega.

Rápidamente Iván volvió a acercarse a Rodrigo levantando su cara para mirar sus ojos.

—Oh...- sonrió acariciando su rostro al mismo tiempo que Rodrigo cerraba los ojos moviendo su cara en dirección a la mano del alfa—Creo que alguien no esperó mucho

Su voz era tierna y tranquila, aunque por dentro estaba muriendo, el olor del omega era demasiado fuerte y verlo allí tan hermoso y sereno era suficiente para hacerlo enloquecer.

Sin embargo sabía que este no era Rodrigo, y si Rodrigo se enteraba que él había hecho algo sin su consentimiento seguramente le cortaría las bolas.

—Te llevaré a casa bonito- el omega asintió vistiendo sus pestañas con una sonrisa.

Vaya que el lobo de Rodrigo era diferente a él, Rodrigo parecía estar siempre a la defensiva dispuesto a matar a cualquier persona, sin embargo su lobo parecía tranquilo, sereno y cariñoso.

Le gustaba ese lobito.

El alfa lo cargó estilo princesa para llevarlo a su auto, cierto omega escondió su cara en el cuello del alfa restregando su nariz.

—Quieto lobito, debo llevarte a casa

El omega gruñó sin hacerle caso y siguió restregando su nariz en el cuello del alfa, Iván sonrió con ternura, metió al omega en su auto y como si tratara de bañar a un gato, el omega había batallado para que no se alejara de él.

Iván literalmente cerró la puerta del copiloto y corrió rápidamente hacia la otra puerta escuchando los quejidos del lobito a su lado.

El omega al verlo de aferró a uno de sus brazos con fuerza ronroneando por su tacto.

Vaya que esto sería un trabajo difícil.

[...]

Entraron al departamento del omega, Iván había sacado sus llaves del bolsillo de Rodrigo para abrir la puerta, el olor del omega era demasiado fuerte y dulce, su lobo rasgaba en su interior pidiéndole tomar al omega, pero él sabía que no podía hacerlo, porque Rodrigo no estaba consiente ahora, y cuando volviera segursmente lo alejaría aún más.

Lo dejó en el sofá. 

—¿Dónde están tus supresores, bonito?

El omega negó cruzándose de brazos.

—vamos bonito, debemos calmar ese olor- el omega le dió la espalda cruzado de brazos mientras negaba, el alfa suspiró y empezó a buscar por todo el departamento, encontrándolos en la habitación del omega.

—Toma uno- extendió la pastilla junto a un vaso de agua

¡No!

—Pensé que eras un lobito mudo- rió acercándose a su lado—Vamos, será uno solito

¡No!

—Hagamos un trato ¿Si?- el omega de ojos violeta lo miró—Tomarás uno y yo te daré muchos mimos después

La mirada del omega brilló con fuerza asintiendo frenéticamente, tomó la pastilla y la bebió de un solo trago, luego se sentó encima del alfa, sorprendiendolo en el acto.

—Ey tranquilo, aquí estoy- el omega sonrió restregando su mejilla en el pecho del alfa mientras sus manos parecían desesperadas por tocar algo de la piel del mayor

Iván no sabía cuánto más podría resistir teniendo a su omega tan mimoso, pidiéndole atención, tocandolo con desespero y a eso sumándole el embriagante olor que desprendía.

Tenía una batalla interna pues el omega había empezado a dormirse y su olor empezaba a ser menos intenso, era su momento de irse, sin embargo no podía, no podía porque sabía que el omega se sentiría rechazado al despertar, no podía porque sabía que sufriría cuando la otra etapa de celo llegara, porque sí, el omega ahora  estaba en la etapa inicial.

Mimos

Sin embargo la etapa de querer tener sexo a cada instante insaciablemente era la siguiente en llegar y el alfa no sabría que hacer.

Hate You- RODRIVAN !!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora