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El omega cepillaba sus dientes mientras el alfa a su lado se daba un baño con las puertas corredizas de vidrio abiertas.

Sonreía como tonto mirando la marca temporal renovada en su cuello.

Al llegar al departamento ambos se sumergieron en una sesión intensa de besos, terminando en el sofá teniendo sexo, bastante placentero si se preguntaban.

—¿De qué te ríes omega escandaloso?- el castaño abrió sus ojos abruptamente al recordar los fuertes gemidos que pegaba hace unos instantes

—Cállate, no me avergüences- le amenazó apuntandolo con el cepillo de dientes. 

—Bien, bien- salió de la ducha enrollando una toalla en su cintura y moviendo su cabello húmedo con sus manos, Rodrigo enjuagó su boca, dejando el cepillo en su lugar y procedió a mirarse en el espejo.

Su cara empezaba a cambiar, su naricita estaba un poco rosada al igual que sus mejillas y la cara de un omega embarazado empezaba a relucir.

Iván sonrió con ternura abrazándolo por detras, dando la imagen perfecta de un alfa y Omega enamorados.

—¿Crees que fue buena idea decirle a mis padres del bebé?

—No es como si pudiéramos ocultarlo por mucho tiempo- dejó un beso en el cuello de su omega, justo dónde estaba la marca rojiza

—¿Crees que tus padres estarán felices?

El alfa rió

—Definitivamente si, sé que estarán impresionados, pero se pondrán felices, más aún sabiendo que conseguí a mi omega

Rodrigo sonrió con una sonrisa mirando a través del espejo como ambos acariciaban el vientre plano del omega.

—Ahora me vas a decir que tiene que ver con Agustina con la llegada de tus padres

Rodrigo suspiró con cansancio y asintió dispuesto a decirle toda la verdad.

[...]

El restaurante era bastante concurrido en la zona, siempre estaba lleno, Iván trabajaba desde la tarde hasta altas horas de la noche.

En la mañana iba a la universidad y al medio día almorzaba con su omega en su departamento.

Parecía bastante agitado, pero la verdad el tenía todo controlado o al menos eso quería creer.

La noche parecía bastante agitada debido a los comensales que estaban esa noche y a pesar de que él era ayudante de cocina, esa noche estaba haciendo más trabajo del que debía, tal cual un cheff, y es que solo le faltaba un título o un curso aprobado que lo consolidara como uno, aunque en realidad no los necesitaba, cuando se tiene un talento lara algo, los títulos pasan a ser algo nulo.

Había llamado a Rodrigo, asegurándose de que todo estuviera bien para luego retomar su trabajo, concentrándose en aquella pasta bañada en salsa blanca y camarones que hasta ahora habían sido pan comido.

Seguir recetas no era lo suyo, seguir su instinto si.

Y esperaba que eso no le trajera problemas, porque esa pasta estaba hecha por él, a su estilo y sazón.

En plato fue servido junto a otro que reconocía como un ceviche costoso.

No le prestó atención hasta que vio al mesero llevarse ambos platos, con los nervios de punta limpió sus manos con aquel delantal mirnsdi a su alrededor, nadue parecía haber notado que él no había seguido la reseta y eso en cierta parte le recofortaba.

Salió re su trance cuando el cheff chasqueó sus dedos frente a su rostro en clara señal de que se concentrará en su trabajo, y así lo hizo, voltenadose osea preparar una ensalada sencilla.

Los nervios habían desaparecido y en su lugar el alfa tarareaba tranquilo mientras cortaba los tomates perfectamente para las ensaladas, hasta que el mesero entró casi con el la boca diciendo que aquel comensal había solicitado la presencia del cheff.

Iván no le tomó importancia alguna, siguió en su labor, pero su lobo estaba un poco inquieto.

El cheff salió y unos minutos después entró con un semblante serio.

—¿Quién hizo la pasta?- todo quedó en silencio, Iván no era de los alfas que tiraban la piedra y escondían la mano.

De hecho, a pesar de su pasado desvergonzado, él siempre había sido responsable de sus actos, por eso levantó la mano aunque aquello le pudiera costar su trabajo.

—Dios, esto es un desastre- murmuró el cheff frotando su nariz—Al parecer el comensal quedó encantado, ofreció una excelente reseña a cambio de que seamos los encargados de la comida de uno de los gobernadores de Bahía ¿Sabes el riesgo que puede ser cuando sepan que quien cocino eso no es un cheff en realidad, Buhaje? Tildarán nuestro restaurante como poco profesional.

Iván tragó grueso y no pudo decir más que:

—Disculpe...- sacó su delantal y guantes con intención de retirarse

—¿Qué haces?

—Yo... Creo que...

—No voy a despedirte hombre, haremos algo al respecto, sin embargo, prepárate porque vendrás a Bahía con nuestro restaurante

Iván se sintió un poco afligido, él no podía dejar a Rodrigo, no podía aunque esta fuera una gran oportunidad para él, ya que Iván estudiaba gastronomía, aunque él siempre se inscribiera en torneos que no tuvieran nada que ver con su carrera, él estaba en su ultimo año y aunque todo parecía ir bien para él y que este fuera un gran impulso, había algo mucho más importante para él ahora, su omega y su cachorro.

Por eso no le quedó de otra que rechazar aquella oportunidad, pero dejando su propia receta en manos del cheff, era lo mínimo que podía hacer.

Ya tendría su oportunidad en cuanto a su omega y cachorro estuvieran a salvo en sus brazos...

Hate You- RODRIVAN !!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora