Final

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La madre luna siempre era justa con todos sus hijos.

El destino de cada uno estaba escrito por ella misma, claro eso no definía las actitudes y decisiones que ellos tendrían a lo largo de su vida.

Al final cada quien es libre de vivir su vida de la manera que quieran, haciendo caso omiso a lo que verdaderamente tienen que vivir o hacer.

¿Prueba de ello? La omega.

Había sido una víctima perfecta de sus malas decisiones, las mismas que la llevaron ante la madre luna para ser castigada y reprendida de la peor manera.

Pues a parte de quedar absolutamente sola y aislada del resto, también perdió los dones que la hacían una omega.

Su loba se volvió infértil, débil y sumisa, su olor se opaco, era como si la madre luna hubiera hecho de ella una simple beta, aunque su loba seguía ahí, no hacía diferencia, pues estaba exiliada del resto de los lobos.

¿Quien podría querer a una loba defectuosa y tan podrida como la suya?

Ah...

—¿Agustina? Es la segunda vez en la semana que ese chico viene a verte

La omega miró a su madre y suspiró.

—Jamás debieron darle mi dirección, no estoy interesada en corresponderlo mamá.

—¿Entonces es así como vivirás tu vida de ahora en adelante? Han pasado meses desde lo que pasó, tu padre está remediando las cosas, debes hacer tu vida.

—¿Está Rodrigo incluida en mi nueva vida, madre?

La mujer suspiró rendida y negó

—Entonces... Realmente no quiero salir de aquí

—Con esa actitud tampoco recuperarás a Rodrigo, no esperas que él venga por ti a la puerta ¿O si?

—No...

—Entonces actúa, porque eres tú quien lo perdió, fuiste tú quien se equivocó, por primera vez hazte responsable de tus acciones

Agustina suspiro y asintió, su madre tenía razón.

Rodrigo no se había ido por decisión propia, Rodrigo se había ido por ella misma y sus malas acciones, ella lo había obligado a irse.

Si quería tener algo del omega debía luchar por ello, pero... ¿Realmente lo merecía?

—¿Agustina?

—¿Uh?

—Ese alfa está esperando por ti, si quieres empezar a cambiar tu vida, empieza por conocer a nuevas personas.

La diferencia era que cuando su loba aún tenía sus dotes pudo detectar el olor de ese alfa y reconocerlo como suyo.

La vergüenza que sentía al presentarse como una omega defectuosa era algo incontrolable, porque habia perdido lo que la hacia una omega.

Dar cachorros y su dulce olor.

No tenía nada interesante en ella, más que una loba sombría y lastimada.

Y una Agustina que se castigaba duramente con los errores de su pasado.

Aún así...

El alfa la miro bajar lentamente, la había visto antes postrada en una camilla.

No sabía mucho de ella, solo sabía que su nombre era Agustina y su ubicación por sus padres, pero nada más.

El olor que alguna vez detectó en ella ya no estaba, y su semblante era sombrío y lastimero.

Sin embargo, ahí estaba su lobo moviendo la cola y saltando de manera agitada, repitiendo una y otra vez.

Nuestra Omega.

—Eh, Hola, soy... Sergio...- el alfa estiró su mano hacia la omega y esta lo miró.

Sin dudar tomó la misma y respondió:

—Un placer, soy Agustina

La Luna no era lo suficientemente generosa como resignar las acciones que habia cometido en ella, sin embargo...

Aquel alfa que la miraba con emoción, no tenía la culpa del pasado de la omega y merecía un final feliz.

[...]

Meses después

El omega miraba con gracia como Iván intentaba cambiar el pañal de su hijo, mientras hacía muecas graciosas de asco.

—¡Por la madre Luna! ¿Qué come?

—Lo sabes, solo leche.- el alfa tragó grueso y cambio el pañal rápidamente para luego vestirlo con una pijama completa y arreglar el gorrito en su cabeza.

—¡Está listo!

Rodrigo sonrió bebiendo lo último de su té, para estirar sus brazos y que el alfa le diera a su pequeño bebé.

El mismo que al ver a su padre omega sonrió mostrando su encía desdentada.

—Oh mi pequeño amor, papá es un exagerado.

El alfa río ante la imagen tan tierna de sus amores.

Estaba tan enamorado de su vida como padre.

El omega dejó de hacerle motes lindos a su bebé y miró a su alfa.

Iván había estado construyendo su restaurante, no sería algo enorme pero definitivamente era algo bastante a su gusto.

Formaría parte de la cadena de restaurantes de sus padres y esta vez uno de ellos sería de su completa autoría.

El alfa lo merecía.

—¿Quieres cenar mi amor?

—¿Uh? Si, quiero cenar

El alfa asintió estirando su mano para que el omega la tomara, llevándolo al comedor.

Pues hace algunos minutos habia preparado una rica cena para complacer a su dulce amor.

El omega dejo al bebé en su cuna portátil y tomó asiento en la mesa.

Su boca se hizo agua cuando una carne horneada y jugosa fue puesta delante de el, acompañada de una porción de arroz y ensalada.

La mejor parte de que Iván fuera su alfa es que no moriría de hambre jamas.

—¿Cómo van los avances del restaurante?

—Ya están pintando las paredes y cubriendo el suelo con alfombra, será un lugar bonito y cálido

—Eso me alegra, entonces después de la universidad podré ir a almorzar allí

El alfa río terminando de servir ambos platos de comida.

—Llegaré diciendo, ¡Por favor denme la mejor mesa! Soy el omega del dueño de este lugar.

—Oh, entonces te atenderé personalmente, mi vida.

—No puedes hacer eso Iván- el omega lo miro divertido—Harás que me odien por tener tu atención solo para mí

—El mundo puede irse a la mierda, mientras se trate de ti, no existirá nadie más para mí.

El omega dejó de comer y miró con intensidad al alfa.

—Siempre eres tan lindo conmigo.

El alfa se encogió de hombros.

—Es porque te amo.

El omega sonrió y tomó la mano del alfa.

—Yo también te amo más que a nada en el mundo.

Las palabras sobraban cuando se trataba de ambos, pues el amor les desbordaba de los poros.

Una vez más la madre luna unia en cuerpo y alma a dos de sus hijos.

Pero cierto lobito no olvídala la promesa que habia hecho y era cuestión de tiempo para finalmente reclamar al omega como mucho más que su omega y padre de su cachorro.

Ansiaba con toda su alma hacerlo su esposo y ante la luna jurarle su amor eterno.

Aún que ya lo tuviera completamente.

Hate You- RODRIVAN !!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora